Las llegadas de migrantes se duplicaron en 2017 respecto al año anterior, más de 21.468 consiguieron llegar a España tras una travesía en cayuco y otros 5.473 lo hicieron a través de fronteras terrestres, mientras que al menos 3.116 personas murieron ahogadas en el Mediterráneo.
Según los últimos datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), hasta el 20 diciembre, 26.941 inmigrantes arribaron a territorio español, frente a los 13.246 de 2016; desde el 1 de enero de 2015, han sido 43.600 los migrantes que consiguieron llegar a nuestro país.
Sin embargo, en Europa, las llegadas en embarcaciones, a través de distintas rutas por el mar Mediterráneo, se han reducido: 181.543 llegadas en 2017, frente a las 387.895 de 2016.
Pese a ese aumento en las cifras, las llegadas a España quedan lejos de las que registran otros países del sur de Europa.
En Italia, entraron a través de las costas 118.914 inmigrantes (181.436 en 2016) y acumula desde 2015 la cifra de 453.288 llegadas.
Grecia, con una cifra acumulada que supera el millón de llegadas en dos años -1.066.891-, registró este año casi 34.000 llegadas, frente a las 176.900 de 2016.
El frío de la estación invernal no ha frenado las oleadas de migrantes que intentan buscar una nueva oportunidad en el continente europeo. Se han contabilizado fines de semana con más de 600 personas rescatadas.
Noviembre ha sido el mes más intenso, con 5.687 llegadas, muy por encima de las 3.071 de junio o las 2.839 de octubre.
En ese recuento, también se incluyen las víctimas, pero solo una parte, ya que muchos de los cadáveres nunca llegan a localizarse.
El 2016 marcó un siniestro récord de muertes en el Mediterráneo con un total de 5.143 fallecidos; en este año han sido 3.116. No obstante, la ruta central, la de España, ha triplicado las muertes pasado de 70 a más de 200.
Las oleadas de pateras que han llegado a las costas españolas este año rememoran la crisis de los cayucos de 2006 y, aunque desde entonces la presión migratoria había dibujado una curva descendente, 2017 ha roto la tendencia hasta duplicar las llegadas.
Expertos en el rescate de migrantes atribuyen este aumento a la buena climatología que se prologó hasta bien avanzado el año y las redadas de la Gendarmería marroquí en los entornos de las fronteras de Ceuta y Melilla.
Paralelamente, se han disparado un 34 % los intentos de asalto a las vallas de Ceuta y Melilla y el número rondaba los 9.000 en septiembre frente a los 613 del año anterior, según los últimos datos de Interior.
Lejos de la crisis de los cayucos de 2006, que acercó a las costas canarias 515 pateras con 31.678 personas a bordo, y pese a que organizaciones como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) creen que las entradas registradas este año son perfectamente asumibles por nuestro país, el Gobierno ha adoptado medidas excepcionales ante la presión migratoria.
Interior habilitó en noviembre la prisión de Archidona (Málaga) como Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) para acoger al medio millar de argelinos que arribaron a las costas murcianas en 49 pateras, provocando las denuncias de ONG e incluso una inspección del Defensor del Pueblo.
La política migratoria ha recibido una condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en octubre, por la devolución en caliente a Marruecos de dos inmigrantes en la valla de Melilla sin ser identificados, considerando que fue "una expulsión de carácter colectivo" contraria al Convenio Europeo de Derechos Humanos.
2017 ha sido también el año en el que se materializaba el incumplimiento del compromiso que adquirió con la UE en 2015 en materia de acogida de refugiados, y cuya única consecuencia ha sido la reprobación de los ministros de Interior y Exteriores, Juan Ignacio Zoido y Alfonso Dastis.
Así, de los casi 17.337 que tenían que estar en España antes de septiembre -número que después el PP ha rebajado a poco más de 11.200-, tan solo 2.688 lo han conseguido.