Los candidatos del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el del PP, Mariano Rajoy, protagonizarán este lunes el quinto gran debate electoral de la democracia, enfrentamiento que despierta, en principio, menor expectación que los anteriores por la amplia distancia que separa a los dos partidos en las encuestas.
Además, ésta será la segunda campaña electoral consecutiva, desde la de 2008, en la que habrá un cara a cara televisado entre los dos principales candidatos a La Moncloa y los españoles han dejado de verlo como algo excepcional.
POCO QUE GANAR, MUCHO QUE PERDER
Lo cierto es que, con la tesis de que en los debates hay más que perder que ganar, las principales fuerzas políticas han sido reticentes a participar en arriesgados cara a cara televisados.
En 1986 Felipe González rechazó la propuesta que le hizo su principal adversario, Manuel Fraga, y en sucesivas convocatorias electorales fue imposible alcanzar un acuerdo.
Hubo que esperar a 1993, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vaticinaba un empate técnico entre el PSOE y el PP, para que se encendiera la fiebre por los debates.
Entonces, González aceptó enfrentarse en televisión a José María Aznar y se abrió la veda.
Con mayor o menor audiencia, ante los espectadores debatieron parejas dispares como el entonces ministro de Interior José Luis Corcuera con un Alberto Ruiz Gallardón candidato al Senado, o el titular de Obras Públicas y Transporte José Borrell, que debatió con el secretario general del PP Francisco Álvarez Cascos.
A las fuerzas minoritarias nunca les ha gustado esta fórmula que les condena a un papel secundario en la contienda electoral y a cada acuerdo entre los dos grandes para debatir en televisión ha seguido una cascada de recursos de los más pequeños.
En aquella primera ocasión, la Junta Electoral Central autorizó los debates PSOE-PP con el argumento de que el interés de los ciudadanos estaba centrado en los dos partidos con más probabilidades de victoria, aunque las cadenas quedaron obligadas a compensar al resto de fuerzas con representación parlamentaria con otros debates o informaciones.
Esa doctrina ha permanecido invariable desde entonces.
LA PRIMERA VEZ
El 24 de mayo de 1993, fue Manuel Campo Vidal el encargado de moderar el primer debate entre González y Aznar en Antena 3 -después habría un segundo en Telecinco- y, con el tiempo, el periodista aragonés se ha consolidado casi como el "moderador oficial" de debates en España, ya que, con el del lunes, serán tres de cinco.
En aquel primer cara a cara, 9,6 millones de españoles se sentaron ante el televisor para ver algo que sonaba a genuinamente americano.
El despliegue mediático fue grande ya desde antes de la cita y supieron así los ciudadanos que Aznar había pasado el día recluido en su despacho y había comido con su familia o que González almorzó con dos de sus hijos un plato de espaguetis y otro de carne asada antes de pasear por los jardines de La Moncloa.
Ya en 1993, como ahora, PSOE y PP negociaron todos los detalles del debate, desde quién llegaba antes al estudio, la temperatura de 20 grados para evitar el sudor, el color de fondo, la altura de las sillas para que ambos aparecieran a igual nivel, la prohibición de planos cortos o perfiles, así como la ausencia de público.
Fueron noventa minutos sólo interrumpidos por cinco de publicidad y según la mayoría de las encuestas, el vencedor de ese primer encuentro fue Aznar, que eligió un tono agresivo y se centró en atacar a González con el paro y la corrupción.
El lunes siguiente, en Telecinco y con Luis Mariñas como conductor, volvieron a verse las caras en un clima más tenso y crispado.
Esta vez el debate se prolongó durante dos horas y tres cuartos y, tal vez con la lección aprendida, lo ganó "a los puntos" el candidato socialista.
Quizás porque se esperaba esa revancha, la audiencia aumentó hasta los 10,5 millones de telespectadores.
UN PARÉNTESIS DE QUINCE AÑOS
En 1996 el PP partía con ventaja en las encuestas y aceptó la propuesta de IU de celebrar un debate a tres, incluyendo a Julio Anguita, fórmula que algunos interpretaron como un intento de dividir el voto de la izquierda.
Finalmente, Aznar rechazó el cara a cara con González que planteaban los socialistas y no hubo debate.
En la convocatoria del año 2000, con el PP aspirando a la mayoría absoluta, Aznar volvió a rechazar un enfrentamiento televisado con el entonces líder del PSOE, Joaquín Almunia, oposición que mantuvo Mariano Rajoy en 2004, cuando compitió y perdió en las urnas contra José Luis Rodríguez Zapatero.
En 2008, quince años después del primer cara a cara, cuando el CIS situaba al PP a menos de dos puntos del PSOE, Rajoy aceptó debatir con Zapatero.
LOS MONÓLOGOS DE ZAPATERO Y RAJOY EN 2008
Como el próximo lunes, la Academia de la Televisión fue la encargada de organizar las cosas: Dos debates, los lunes 25 de febrero y 3 de marzo, y los equipos de campaña dedicaron semanas de negociaciones para pactar todos los detalles del formato y el contenido.
La estructura encorsetada de los encuentros, de noventa minutos de duración, hizo que los dos candidatos apenas dialogaran entre ellos y que, prácticamente, se limitaran a formular sus monólogos ante las cámaras.
La mayoría de los sondeos publicados por los medios de comunicación dieron como vencedor de los dos debates a Zapatero, con mayor margen en el segundo de los encuentros.
El primer día, moderado por Manuel Campo Vidal, el tono fue bronco y el punto de mayor crispación llegó en la recta final, cuando Rajoy acusó a Zapatero de haber "agredido" a las víctimas del terrorismo.
Aunque lo que quedó grabado en las hemerotecas fue "la niña de Rajoy", a la que el candidato del PP se refirió en abstracto para personalizar sus anhelos para la sociedad española y que marcó después buena parte de la campaña.
Zapatero, por su parte, prefirió una frase cinematográfica y se despidió de la millonaria audiencia con un "buenas noche y buena suerte".
El encuentro tuvo una media de telespectadores superior a los trece millones.
Ambos candidatos perdieron en una semana un millón de espectadores y el segundo cara a cara, seguido por casi doce millones de personas, estuvo moderado por la periodista Olga Viza y siguió la tónica del primero, aunque hubo más interrupciones por parte de los aspirantes.
Volvió "la niña" de Rajoy y el "buenas noches y buena suerte" de Zapatero.
El próximo lunes no habrá ocasión de repetir, ni oportunidad para revanchas: Aseguran que los partidos han pactado un formato menos encorsetado y los candidatos se lo jugarán todo a una carta.