Más de 5.500 ciudadanos visitan el Congreso el primer día de Puertas Abiertas

  • La Puerta de los Leones se reabre después de un año de obras
  • Me siento donde Rubalcaba aunque no me gusta. Claro, que tampoco me gusta el de enfrente"

Un total de 5.556 ciudadanos han visitado hoy el Congreso de los Diputados en el primer día de las dos jornadas de Puertas Abiertas que se celebran hoy y mañana en la Cámara baja, con motivo del día de la Constitución.

Este número de visitas supone un descenso con respecto a 2011, último año en que se celebraron las jornadas de Puertas Abiertas en el Congreso, cuando acudieron ese primer día 7.188 personas.

La clase política pasa por una durísima crisis de imagen y para comprobarlo no hay más que preguntar a los ciudadanos que han visitado el Congreso de los Diputados, que ha reabierto sus puertas al público después de más de un año de obras, goteras, andamios, grúas y tiros golpistas desaparecidos.

"El Congreso muy bonito, pero los bichos que hay dentro, menos", decía sin pelos en la lengua un señor jubilado que acude a la cita con la jornada de puertas abiertas de la Cámara Baja desde hace años.

Sentado en el escaño del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, este ciudadano añadía tajante: "Me siento donde Rubalcaba aunque no me gusta. Claro, que tampoco me gusta el de enfrente", en alusión al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

FOTOS CON LOS DIPUTADOS

"A ver si os arregláis", le ha dicho otro visitante descontento al portavoz del PP, Alfonso Alonso, que junto a su homóloga del PSOE, Soraya Rodríguez, o la líder de UPyD, Rosa Díez, han charlado y se han hecho fotos con muchas de estas personas.

Pero además del descrédito que sufren en general los políticos, la propia institución parlamentaria parece haber sufrido también el desgaste de más de 35 años de vida democrática.

Se ha notado hoy cierta caída de público en estas Jornadas de Puertas Abiertas -las primeras en dos años- y en ningún momento se han visto las colas de hace algunos lustros que llegaban a dar la vuelta al Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Influye sin duda que estos dos días de puertas abiertas han caído entre semana y, salvo jubilados, escolares o turistas, no son muchos los que pueden escaparse de sus quehaceres cotidianos para conocer en primera persona la Cámara Baja.

El frío mesetario de Madrid en diciembre ha sido más o menos el de todos los años, compensado eso sí y como ya es tradicional con el chocolate, el café o la tacita de caldo que se ofrece a los visitantes en cuanto rebasan el umbral.

CONOCIDOS VISITANTES

Algunas caras también se repiten, como la de Joaquín del Barrio Gil, un zamorano afincado en Madrid que lleva más de una década siendo el primero que entra en el Congreso en estos días, después de llegar a las cuatro de la mañana para coger sitio.

Nada más abrirse la Puerta de los Leones a las nueve y media de la mañana, le ha recibido con puntualidad británica el presidente del Congreso, Jesús Posada, que ha confesado estar ilusionado y satisfecho con sus primeras jornadas de Puertas Abiertas como "jefe" del Congreso.

"Le veo muy buen aspecto", le ha dicho este ciudadano, que ha vaticinado que este año será el último de la crisis económica.

"Dios le oiga", replicaba otra visitante, con media familia en el paro y que también viene todos los años junto a su marido porque como son pensionistas están "de vacaciones perpetuas" y "les hace ilusión", aunque ya se conozcan palmo a palmo el edificio.

Menos agradecida se mostraba otra visitante, que recordaba que hace unos años le regalaron un DVD, sin tener en cuenta que además del chocolate, se llevaba de balde un ejemplar de la Constitución de bolsillo y un librito ilustrado con anécdotas de la vida parlamentaria.

Como ocurre todos los años, la gran "estrella" para los visitantes sigue siendo el hemiciclo: "En la tele parece más grande" -dicen casi todos- y los famosos tiros de Tejero, algunos de los cuales se destruyeron por error en las últimas obras.

La novedad de este año -aunque para muchos haya pasado casi desapercibida- es la rejilla de ventilación que se exhibe desde la semana pasada en una urna en uno de los pasillos del Palacio, y que muestra orgullosa un impacto de bala de aquel funesto 23 de febrero de 1981.

Aquel día la democracia estuvo amenazada y se salvó. Hoy, quienes la sustentan son más críticos que nunca con los moradores de esta casa abierta estos días a las visitas.