La Guardia Civil ha recuperado una cruz pectoral de finales del siglo XVIII con 16 esmeraldas y más de 450 diamantes y un collar de la primera mitad del XIX con 264 diamantes y 49 aguamarinas que habían sido robados del tesoro de la Virgen de la Fuensanta en la catedral de Murcia en 1977.
Según el instituto armado y el obispado de la diócesis de Cartagena, de aquel robo, que se valoró en más de 300 millones de pesetas de la época, fue recuperado también el pasado noviembre un farol de plata del siglo XVIII en una casa de subastas de Madrid.
En una casa de subastas, pero de Barcelona, era donde se había puesto a la venta el pectoral, llamado de Belluga, pero que este cardenal no llegó a colgarse, pues fue obispo de Cartagena en el primer tercio del XVIII y la joya pertenece a finales de ese siglo.
Perteneció a Victoriano López, obispo de Cartagena de 1789 a 1805, quien lo donó en 1795 para la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia, junto con su anillo pastoral y el alfiler de donde pendía el pectoral, según las actas capitulares del cabildo catedralicio.
Las investigaciones se iniciaron después de que dos alumnos de Historia del Arte de la Universidad de Murcia vieran la cruz en internet en un vídeo de Youtube y expusieran en noviembre de 2015 en un curso su hipótesis de que pudiera tratarse de la joya robada.
Tras comentárselo al profesor Francisco Marsilla, gestor del archivo de la catedral, este indagó en la documentación y concluyó que podía ser esa cruz, por lo que, junto al deán catedralicio, Juan Tudela, lo denunció a la Guardia Civil, que comprobó que en ese local se subastaba también un collar que podía ser del mismo botín.
Agentes del grupo de Patrimonio Histórico identificaron que la cruz era la robada porque en un primer análisis se hallaron en ella partículas de hollín incrustado procedentes del incendio que la catedral sufrió en 1854.
La casa de subastas les informó de que ambas joyas procedían de la misma persona, pero habían tomado distintos caminos, pues el collar fue vendido a un particular de Lanzarote, pero el pectoral, al no encontrar comprador, fue devuelto a su propietario, un gemólogo de Valencia que ya lo había revendido a un empresario de Madrid, a quien finalmente le fue confiscado.
Al igual que el pectoral, el collar, donado por el murciano Laureano Andreu Piñero en 1849, colgaba del cuello de la imagen de la Virgen de la Fuensanta los días solemnes.