Rajoy, el adiós del señor de los tiempos

  • Deja un cargo que asumió en 2011 tras 18 meses de una legislatura convulsa y después de haber gobernado en los años de la crisis y el desafío secesionista
  • Una de sus principales virtudes es ser un gran administrador de los tiempos y ha aguantado los embates que pretendían derribarle antes de tiempo

Para alguien a quien se le ha venido atribuyendo como una de sus principales virtudes ser un gran administrador de los tiempos, la forma en la que se han precipitado los acontecimientos desde hace una semana le tiene que provocar cierta desazón.

Mariano Rajoy, un superviviente político que ha logrado salir a flote cuando se han ido sucediendo las ocasiones en las que existía el convencimiento de que se había acabado su tiempo político, ahora sí se ve apartado por la primera moción de censura que ha prosperado de las cuatro presentadas durante toda la etapa democrática.

Lo ocurrido le ha pillado por sorpresa, porque justo un día antes de que se conociera la sentencia del caso Gürtel que encendió la mecha de esa moción, en su entorno y en los medios de comunicación se sucedían los comentarios y titulares de que se había asegurado prácticamente agotar la legislatura tras lograr que el Congreso avalara el proyecto de ley de presupuestos para 2018.

Esas cuentas del Estado que se van a convertir en parte de su legado político después de que Pedro Sánchez se comprometiera ayer a respetarlas en respuesta a la exigencia que en ese sentido le ha trasladado el PNV.

Si los nacionalistas vascos se erigían días atrás en los salvadores de Rajoy al apoyar esos presupuestos, ahora han sido definitivos para horadar la "piel de elefante" que la canciller alemana, Angela Merkel, vio en el presidente saliente tras haber aguantado los embates que pretendían derribarle antes de tiempo.

AGUANTAR ES GANAR

Los fue superando todos fiel a la que podría ser una de sus máximas: aguantar es ganar. Resistió cuando perdió los comicios en 2004 tras ser el elegido como sucesor por José María Aznar, aguantó cuando en la siguiente cita electoral tampoco logró su objetivo, y sorteó complicadas situaciones internas como las vividas en torno al Congreso del PP en Valencia en 2008.

Y mientras tanto ha visto cómo muchos de quienes le han acompañado en su trayectoria política han ido cayendo por unos u otros motivos, entre ellos los casos de corrupción que se han ido convirtiendo en un lastre para el Partido Popular y en la causa o la excusa, según los puntos de vista, para hacerle caer.

A sus 63 años y con plaza reservada como registrador de la propiedad en Alicante, Rajoy, quien se autodefine como un hombre previsible, debe decidir ahora si será quien pilote la travesía de su partido hasta intentar reconquistar el poder en las próximas elecciones o da por finiquitado su tiempo político.

Quizás sepa ya lo que hará, o puede ser que se tome un tiempo para meditarlo desde la sensatez y el sentido común si sigue la senda de esos dos valores que ha reclamado siempre a propios y ajenos a la hora de desenvolverse en política.

Pero tendrá que tomar una decisión porque en esta ocasión no podrá recurrir a su argumento de que no decidir nada ya es decidir algo, un axioma que ha dado pábulo a comentarios como los del expresidente Felipe Gonzalez asegurando que Mariano Rajoy es el único animal que camina sin moverse.

De momento podrá dedicar algo más de tiempo a su familia, a su mujer y a sus dos hijos, a sus largas caminatas mañaneras cambiando los jardines de la Moncloa por los alrededores de su casa de Aravaca y a disfrutar como espectador de todo tipo de eventos deportivos.

Atrás deja una etapa como presidente que ha repetido una y otra vez que no ha sido nada fácil, sobre todo por las medidas que ha tenido que adoptar ante la crisis económica y la situación en Cataluña.

Pasará a la historia como protagonista de un periodo en el que han sido muchas las veces en las que ha ocurrido algo por primera vez, entre ellas la abdicación del Rey, la repetición de elecciones tras ser imposible formar un gobierno o el triunfo de la moción que abre un nuevo capítulo en su biografía.

En el que hoy se cierra, más allá de lo que él pueda interpretar como sus logros políticos, quedarán algunos muy personales como haber dejado de fumar. Pero también sale de Moncloa con algún miedo no superado: en sus seis años y medio como presidente ha evitado subirse a un helicóptero tras el accidente que sufrió en uno de estos aparatos en 2005.

Mariano Rajoy comienza una nueva vida. Hoy será previsiblemente su primera noche fuera de la Moncloa, pero no será como la que se le ha visto bailar en más de una ocasión a los compases de la canción de Raphael. Hoy no puede ser su gran noche.