Los planes de tregua de ETA no impidieron que la banda terrorista siguiera incorporando militantes hasta los días previos a su declaración de alto el fuego. Las Fuerzas de Seguridad detectaron como, en aquellas fechas, huidos que permanecen a la espera en el sur de Francia habían dado el salto a las filas de la organización criminal.
Según han informado fuentes de la lucha antiterrorista, estos movimientos contribuyen a aumentar las dudas en torno a las reales intenciones de la banda y su alto el fuego. Estas prácticas recuerdan al comportamiento que tuvo ETA en anteriores procesos de tregua que ella misma rompió tras periodos de reestructuración interna.
Precisamente, la dirección etarra había disminuido considerablemente su capítulo de 'fichajes' debido al acoso al que es sometida por las Fuerzas de Seguridad. Esta situación, sumada a los innumerables golpes policiales sufridos llevaron a ETA a presentar la plantilla más escuálida de su historia. Cálculos policiales recientes sospechaban que el número de etarras que integran todas las estructuras de la banda no superaba el centenar.
Las investigaciones de las fuerzas de seguridad descubrieron hace meses que el destino mayoritario de los jóvenes que lograban escapar de operaciones policiales en España era cruzar la frontera y permanecer en la clandestinidad en el sur de Francia pasando a engrosar una especie de 'lista de espera' de manera indeterminada. Permanecen allí con la ayuda económica que le envían sus familias o amparados por simpatizantes de la izquierda abertzale en el país galo.
El mejor ejemplo de esta situación es el caso del grupo de huidos de Segi que tras meses en la clandestinidad decidieron poner fin a su situación y recurrieron a escenificar un encierro de protesta contra la Justicia. Siete de esos ocho jóvenes ya han sido detenidos por la Policía Judicial francesa.