La Policía Nacional ha desmantelado una red de locutorios que blanqueó más de 30 millones de euros del narcotráfico. La organización usaba 12 locutorios, abiertos al público pero sin apenas actividad comercial, con los que era capaz de blanquear una media de 50.000 euros diarios. La operación ha permitido detener a 49 personas en Madrid, Barcelona y Albacete y la incautación de 500.000 euros. El líder del grupo ocultaba en su domicilio 300.000 euros en efectivo, dos kilos de cocaína, una pistola, joyas y relojes de lujo, alguno de los cuales supera los 9.000 euros de valor.
El origen de esta investigación se encuentra en la operación Espejo desarrollada en octubre de 2010. Aquel operativo culminó con la detención de 41 personas relacionadas con el blanqueo de más de 200 millones de euros también procedentes del narcotráfico. En aquella ocasión, además de los implicados directamente, aparecieron una serie de personas que se relacionaban con los detenidos. El desarrollo posterior de las pesquisas permitió comprobar que formaban parte de otro entramado dedicado al blanqueo dirigido por un hombre colombiano.
El jefe de esta organización recibía importantísimas cantidades de dinero de narcotraficantes que operaban en España para que procediese a su envío a Colombia. Además del efectivo, recibía datos de las personas a las que debía hacer llegar los giros y el valor de los mismos. Para materializar el envío de las remesas utilizaba una red de locutorios, todos regentados por colaboradores, situados en su mayoría en la Comunidad de Madrid. En estos establecimientos "camuflaban" las operaciones de blanqueo bajo la apariencia de remesas de dinero remitidas por ciudadanos extranjeros residentes en España a sus países de origen.
Modus operandi
Los locutorios utilizaban tres sistemas diferenciados para realizar las operaciones de envío mediante transferencias y giros de dinero. La primera forma consistía en utilizar como ordenantes a personas que se prestaban a cambio de una recompensa económica. Son los conocidos como "pitufos". El segundo método era usar, sin consentimiento, identidades de personas que habían realizado algún tipo de gestión en estos establecimientos. La tercera vía se llevaba a cabo mediante la falsificación de documentos de identidad, fundamentalmente pasaportes extranjeros, en los que introducían datos de personas obtenidos de diferentes bases para generar identidades ficticias. Una vez enviado el dinero por cualquiera de los tres procedimientos cada responsable del locutorio hacía llegar al jefe de la organización los justificantes de las remesas, así como los datos necesarios para que las personas que constaban como beneficiarias de las transferencias procediesen a su cobro en Colombia.