Dice el refrán que cuando se acercan estas fechas comienzan a verse cigüeñas por estos lares.
Pero también éstos son momentos de visitar a san Blas, abogado de todos los que padecen de la garganta.
Cientos de madrileños se acercaron a la iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal, lugar en el que se encuentran la imagen y la reliquia de san Blas.
Piden al santo que le evite enfemedades de la voz. Es ya una tradición que perdura con el paso de los años.
Como también lo es consumir las tradicionales rosquillas de San Blas. Estas galletas bendecidas se elaboran con harina de trigo, azúcar, aceite, huevos, zumo de naranja, sal y bicarbonato.
La iglesia de San Ginés es una de las diez primeras parroquias de la Villa, templo principal y muy concurrido, aún hoy, por muchos madrileños y forasteros.
En el siglo XIII, siendo Alfonso VI rey de Castilla, el arzobispo de Toledo Don Bernardo de Cluny, consagró extramuros de la villa, sobre la ribera del arroyo Arenal, donde antes y durante la dominación árabe vivían los cristianos, un primer templo en honor de San Ginés de Arlés, mártir.
La dedicación del templo a este santo no debió ser casual pues se conoce que en sus proximidades, don Raimundo de Borgoña, que era yerno de Alfonso VI, acampó con sus huestes de origen borgoñón y franco provenzal que implantaron el culto al santo.
Al parecer, antes de esta fundación hubo en este mismo lugar una iglesia mozárabe y visigótica.