Sin embargo, a Belén Rueda le dan miedo las películas de terror. No le gustan, pero está encantada de que la consideren una musa del género después de triunfar con "El Orfanato" de Juan Antonio Bayona. "Guillem tiene muchas características parecidas a otros directores con los que he trabajado (Alejandro Amenábar, Juan Antonio Bayona) -explica la actriz a un grupo de periodistas- porque todos ellos tienen una misma visión del cine".
"Una formación visual y técnica muy americana, pero con esa cosa que tiene el cine europeo de contar pequeñas historias y muy profundas, es una mezcla explosiva", resume.
La actriz, que promociona en Madrid la película junto al director y sus compañeros de rodaje, luce tipazo a sus 45 años en un ajustadísimo vestido gris, talla 36, de escote generoso, subida a unos tacones similares a los que lleva en algunas de las escenas más "sexy" de la película y sobre los que corre a grandes zancadas incluso bajo la lluvia. "Es que el director quería que se viera por qué Julia es el objeto de deseo del asesino", se defiende la actriz, que declara que no le gustan las películas de terror.
"Soy muy miedosa para el cine, en la vida real no, ¿eh? ahí soy muy atrevida", comenta y añade que nunca pensó que sería un icono para los fieles de las películas de miedo. Aún así, afirma que le "encanta" que le digan "que es la musa del género", y eso que hay películas -dice- "que no veré nunca".
La película cuenta cómo Julia (Belén Rueda), casada con Isaac (Lluís Homar), lucha por demostrar que su hermana gemela, que como ella sufre una enfermedad que las deja ciegas, no se ha suicidado, sino que existe una presencia extraña e invisible (Pau Derqui) que también la acosa a ella. Con un guión preciso y muy elaborado, Morales emprende su segundo largometraje con la idea de "gustar" al público, de atraparlo y llevarlo a su terreno: "no me siento con la obligación de hacer una película social o con mensaje", dice y puntualiza que deja esa misión en manos del teatro: "están como más obligados, ¿no?".