Dos mil ovejas extremeñas desfilaron este domingoy por las calles del centro de la capital, en el marco de la tradicional Fiesta de la Trashumancia, una jornada que recrea las tradiciones y las costumbres pastoriles, y que su decimosexta convocatoria homenajeó a la mujer rural.
La XVII Fiesta de la Trashumancia está promovida por la Asociación Concejo de la Mesta, el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, la Denominación de Origen Queso de La Serena y la Asociación Trashumancia y Naturaleza.
Las ovejas merinas llegaron el viernes por la tarde desde la comarca pacense. De hecho, las rutas trashumantes más frecuentes partían de Extremadura para adentrarse por los verdes pastos de Soria (de ahí el refrán de 'Soria pura, cabeza de Extremadura') y Burgos o al norte de León.
Los animales pasaron la noche en el Cerro de las Covatillas de la Casa de Campo. La ruta pastoril saió a las 11 horas de la Casa de Campo por el Puente del Rey, pasaron por la avenida de la Virgen del Puerto, Parque de Atenas, Cuesta de la Vega para llegar a la catedral de La Almudena.
El rebaño llegó aproximadamente a las 11.30 horas a la calle Mayor hasta llegar a la plaza de la Villa. Allí, siguiendo la tradición, el pastor mayoral entregó a un representante del Consistorio de la Villa y Corte matritense los 25 maravedíes --moneda española del siglo XV-- estipulados por cabeza de en la Concordia entre los Hombres Buenos de la Mesta de los Pastores y los Procuradores del Concejo de la Villa de Madrid firmada el 2 de marzo de 1418 como pago para atravesar las dehesas y prados de la capital durante cuatro días, a razón de 50 maravedíes por millar.
Después, al mediodía, las ovinas llegaron a la Puerta del Sol, para partir luego hacia por la calle de Alcalá hasta la plaza de La Cibeles. Las ovejas volvieron por el mismo itinerario a la Casa de Campo. A las 13.30 horas actuaron los coros y danzas de distintos grupos regionales, que representaron diferentes piezas pastoriles en la explanada del Palacio de Oriente y a las 14.30 se despedieron a los participantes, que realizaron una comida campestre en el Lago de la Casa de Campo.
En el desfile también participaron 15 pastores de la comarca de La Serena y de la zona de Medina del Campo. Además, un centenar de vacas de la raza tudancas, procedentes de los Picos de Europa, así como un centenar de caballos, ha informado a Europa Press un portavoz de la organización.
Eso sí, el rebaño estuvo dirigido por un mayoral o rabadán, que encabezó y guíó la marcha, con sus correspondientes perros pastores, que se encargaron de defender a los animales de osos, lobos y otros depredadores que se encuentran en el camino.
Les acompañan los llamados caballeros de la sierra, que merodean y limpian el camino que luego seguirán las ovejas para evitar pozos, puertas abiertas y controlar que las sendas a seguir sean las correctas. Por su parte, en los lados del rebajo se situará un pastor, un ayudante y un zagal, que se encarga de controlar el rebaño. Por último, y para cerrar el rebaño, se colocan los pendones de Castilla, que se dedicaban a evitar que las ovejas se dispersen o atraviesen campos sembrados.
UN POCO DE HISTORIA
La historia de la Trashumancia se remonta al rey Alfonso X El Sabio, que concedió en 1273 los privilegios al Concejo de la Mesta de los Pastores para que pudieran moverse libremente con sus rebaños, respetando las cinco cosas vedadas: panes, viñas, huertas, dehesas y prados de guadaña. El tributo de cinco ovejas por millar, que debían pagar los pastores a la Corona al atravesar los Puertos Reales en su viaje de primavera se convirtió en el ingreso más importante y regular del Reino de España, pues durante siglos transitaron anualmente por las cañadas de 3 a 5 millones de ovejas entre las montañas del norte y los valles del sur.
Además de la Concordia de los Hombres Justos de la Mesta, por privilegio concedido a Madrid a principios del Siglo XV por el rey Juan II, padre de Isabel la Católica, se instituyó la Feria de Ganados de San Mateo, que durante tres días se celebraba en la calle de Alcalá, que es cañada real o camino de cordel.
Se llamaba así porque los ganaderos, acogidos a los privilegios del Honrado Concejo de la Mesta, defendían sus derechos de paso con una copia de la Ley en la mano y con un cordel, que llevaba en sus puntas dos sellos de plomo, troquelados por el fiel contraste de pesos y medidas. El mayoral avanzaba delante del rebaño y en los lugares donde veía que habían dejado menor anchura de la pertinente, medía con el cordel el ancho de la calle, presentando ante la autoridad la denuncia correspondiente.
"Y alrededor del mercado los naturales medios de expansión y regocijo, los puestos de refrescos, vinos y aguardientes, alguna barraca, alguna rifa y la concurrencia de fulanitas al olor del dinero logrado por los tratantes en sus ventas de ganado" según narra José María de Mena en sus 'Leyendas y Misterios de Madrid'.
Hasta mediados del siglo XX era habitual ver pasar por la calle de Alcalá en primavera y otoño los rebaños de ovejas merinas con sus pastores, que regresaban o se dirigían hacia Extremadura.