Los 240 caballos que integran la unidad de Caballería de la Policía Nacional están adiestrados para trabajar sin miedo en "situaciones límite" para estos animales, como fuego real o petardos, gases lacrimógenos, bengalas, sirenas o helicópteros. La Policía Nacional ha realizado este lunes en Madrid una exhibición del entrenamiento de estos caballos, cuya presencia resulta esencial en grandes concentraciones de masas, especialmente en espectáculos deportivos.
El año pasado estos animales formaron parte del dispositivo de seguridad de más de 150 partidos de las diferentes competiciones.
Desde sus bases en Madrid, Sevilla y Valencia, se desplazan a cualquier punto de España en el que se necesiten a bordo de 26 vehículos especialmente adaptados.
Normalmente la patrulla de caballería se emplea en lugares de difícil acceso para vehículos a motor, como parques, jardines o playas, así como en aglomeraciones de personas.
Los casi 300 agentes que trabajan en la Unidad de Caballería gozan de una mejor observación del entorno por su posición elevada, a la vez que son un punto de referencia para el público y para el resto de Fuerzas de Seguridad.
La mayoría de los caballos que integran la Unidad de Caballería son de pura raza española o hispano-árabes, y deben tener una alzada mínima de 1,6 metros.
Cuando alcanzan los 3 ó 4 años de edad, comienza su adiestramiento para el control de los instintos en la práctica ecuestre y policial.
La formación continua es fundamental, dado que el trabajo con los caballos ha de ser constante.
Por su parte, los jinetes reciben en primer lugar un curso básico teórico-práctico de seis semanas, que posteriormente complementan con una fase de perfeccionamiento técnico, un programa de formación permanente y diversos cursos de especialista como herradores o guarnicioneros.