Medio millar de personas han acudido a la decimoséptima marcha de la Marea Blanca, convocada por la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública en Madrid (MEDSAP), en la que se han manifestado contra la privatización de la sanidad y por la defensa de un sistema "universal y de calidad".
La protesta ha sido la segunda tras la decisión del Gobierno de la Comunidad de Madrid de poner fin al plan de privatización de la gestión de seis hospitales públicos y varios centros de salud, que se tomó el pasado 27 de enero y se cobró la dimisión del consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty.
Los sindicatos y asociaciones sanitarias han dicho, no obstante, que no hay que "confiarse", que "hay motivos para seguir luchando" y que seguirán movilizándose para defender una sanidad pública "universal y de calidad".
Bajo el lema Queda mucho por defender. Queda mucho por recuperar. Sí se puede, los trabajadores y usuarios de la sanidad madrileña han protestado, entre otros aspectos, por el traspaso a Cruz Roja de los autobuses de donación de sangre y por la derivación de pruebas hospitalarias a clínicas privadas.
Estas cuestiones, según la portavoz de la Asociación de Empleados del Centro de Transfusión, Deli Edreira, forman parte de un "plan B" del Gobierno regional, con el querrían continuar con el proceso de privatización a través de servicios adyacentes como el de transfusiones o el de lavandería central.
"La sanidad no se vende, se defiende" y "No queremos pagar su deuda con sanidad y educación" han sido algunas de las consignas más repetidas por los manifestantes, que también han portado pancartas de "Mi sangre no se vende" o "No a los recortes y privatizaciones, sí a la sanidad y los servicios públicos".
Según ha expresado una de las participantes, Maribel Ramos, médico de atención primaria, la lucha no va a parar hasta "cerrar la puerta a cal y canto a cualquier intento de privatización, mercantilismo y fragmentación de nuestro sistema sanitario".
El recorrido de la marea blanca se ha iniciado en el Hospital de la Princesa y ha discurrido por las calles de Francisco Silvela y Alcalá hasta llegar a la plaza de la Independencia.