La Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid está liderando un proyecto en el que se ha monitorizado la vegetación y suelos en zonas áridas de todo el planeta para estudiar su fertilidad e intentar sacar conclusiones que ayuden a frenar la desertificación.
El estudio determina cómo la abundancia de plantas leñosas afecta a la biodiversidad vegetal y a la fertilidad del suelo de estos entornos. Las predicciones apuntan a que las zonas áridas del planeta, que comprenden un 42 por ciento del globo, pueden degradarse severamente como consecuencia del cambio climático.
Para establecer políticas que sirvan de cortafuegos en estos espacios susceptibles de perder fertilidad y especies, es importante conocer primero qué determina su biodiversidad y la fertilidad de sus suelos, algo directamente relacionado con su capacidad de proveer servicios ecosistémicos que son el soporte de nuestro bienestar y desarrollo.
Un equipo internacional coordinado por científicos españoles ha estudiado zonas áridas de todo el planeta y ha encontrado un patrón global entre la presencia de árboles y arbustos, la biodiversidad y la fertilidad del suelo de estos entornos.
Al contrario de la creencia generalizada de que una mayor presencia de arbustos se asocia a ecosistemas degradados, este estudio demuestra que una cobertura intermedia de esta vegetación leñosa genera ecosistemas más diversos y con suelos más fértiles.
Más de un tercio de la población mundial (el 38 por ciento) vive en zonas áridas: entorno al Mediterráneo, en estepas como las existentes en el centro de Asia o en la sabana africana, donde se encuentra de forma natural una importante presencia de arbustos y árboles (plantas leñosas).
Este estudio global con muestreo en todos los continentes salvo la Antártida, liderado por el profesor de Ecología de la URJC Fernando Maestre, ha observado precisamente que los ecosistemas en los que hay abundancia intermedia de esta vegetación leñosa son más diversos y sus suelos albergan mayor fertilidad.
Aunque existen otros estudios que han observado estas relaciones de biodiversidad y cobertura de plantas leñosas en aves y mamíferos a escala regional, este trabajo es el primero que estudia estos efectos a escala mundial.
Se trata de una iniciativa de la Universidad Rey Juan Carlos, a través de su laboratorio de cambio global y ecosistemas semiáridos (LCGES), y está financiado por el Consejo Europeo de Investigación (proyecto BIOCOM) dentro del VII Programa Marco de la Comisión Europea.
Con el fin de tejer una red de información que comprometiera la mayor extensión del planeta, el profesor Maestre y su equipo contactaron con más de 60 investigadores de una treintena de centros de investigación y universidades de una veintena de países.
"En total se han realizado más de 46.000 análisis de suelo, ya que se tomaron más de 2.600 muestras de suelo y en cada una se han analizado 18 variables relacionadas con la estructura y la fertilidad del suelo. Esto ha sido posible gracias a esta gran red de colaboración internacional", ha detallado Maestre.
Este estudio demuestra que disminuir la vegetación leñosa puede reducir drásticamente la diversidad de sus especies asociadas y generar pérdidas en la fertilidad del suelo y su habilidad para secuestrar CO2.
Esta información proporcionada por los científicos puede ayudar a establecer políticas que permitan la conservación de estos espacios naturales en un contexto de cambio ambiental global.