En la calle San Bernardo, a escasos metros del Ministerio de Justicia, toxicómanos y vagabundos han ocupado un inmueble que espera la orden de derribo. Los vecinos se quejan del continuo trapicheo, de la suciedad y los malos olores.
Desde hace tres años el edificio que albergó una de las librerias más emblemáticas de Madrid, Fuentetaja, se ha convertido en hogar para personas sin techo.
Reconocen que roban para pagarse la droga y que la consumen allí mismo.