La Puerta del Sol muestra una imagen de normalidad casi una semana después del desalojo de la acampada repartida entre la céntrica plaza madrileña y el Paseo del Prado aunque los 'indignados' continúan con sus protestas.
Todo arrancó el 31 de julio, cuando cientos de 'indignados' procedentes de distintos puntos de España llegaron a la capital para celebrar distintas asambleas y actividades reivindicativas. Tras un par de días acampados, un operativo conjunto de 200 policías nacionales y municipales desalojaba a los acampados poco antes de las 6 horas.
Y mientras las redes sociales se convertían en todo un hervidero, desde donde se daba cuenta de las próximas acciones a seguir. El mismo día del desalojo se convocaba por Twitter un "paseo por Sol". "Vamos a dar un paseo por Sol para demostrarles que #nopararemos. Esperamos veros allí", rezaban algunos textos.
Y llegaban las primeras quejas, tanto de los comerciantes --que estiman pérdidas cércanas a los 60 millones de euros-- como de los usuarios de Metro y Cercanías, que veían como todas las tardes la red de transporte público cerraba las estaciones en Sol. La Puerta del Sol fue bloqueada por decenas de policías y las protestas acabaron en cortes intermitentes del tráfico en arterias como Gran Vía y Plaza de España.
Pero sin duda el día de más tensión se vivió el jueves, 4 de agosto, cuando los policías cargaron por primera vez en Madrid contra los 'indignados', quienes habían decidido llevar su protesta ante la sede del Ministerio del Interior, en el Paseo de la Castellana.
Las cargas policiales frente al Ministerio del Interior dejaron 20 heridos leves, entre ellos siete agentes. Los 'indignados' decidieron volver a las calles el viernes, tras cuatro días de protestas, para extender sus reivindicaciones por toda España. Pocas horas después desde el movimiento se pedía la dimisión de la delegada del Gobierno en Madrid, María Dolores Carrión, y del ministro del Interior, Antonio Camacho.
Y de nuevo el movimiento se echó a la calle, como se demostró en la noche del viernes, donde miles de 'indignados' tomaron Sol aunque sin acampar. De hecho, el sábado la plaza amanecía tranquila, sin restos de lo que había pasado pocas horas antes y sin una presencia policial tan fuerte.