Cientos de miles de personas se dieron cita el sábado en las calles más céntricas de Madrid para festejar el Día del Orgullo Gay. Un año más, la capital volvió a celebrar la fiesta distintiva de este colectivo, que conmemora los disturbios de Stonewall en Nueva York, el 29 de junio de 1969, fecha que marca el inicio del movimiento homosexual.
La normalización paulatina de la diferencia llevaba ayer a Carmen, una de las asistentes al desfile, a señalar: «Esta fiesta no simboliza el orgullo de ser gay, simboliza la libertad de poder salir a la calle sin tapujos ni prohibiciones».
Al evento acudieron personas de todas las edades y nacionalidades. Las calles cercanas a la Puerta de Alcalá quedaron abarrotadas desde las cuatro de la tarde. «Suelo venir todos los años porque me gusta el ambiente festivo, la gente es muy educada», explicaba Manuel, de 52 años.
En la calle Alfonso XII,a las puertas del parque madrileño de El Retiro, permanecían medio centenar de carrozas aparcadas, a la espera del pistoletazo de salida, que se dio a las seis de la tarde. La fila la encabezaba un vehículo con el cartel 'Por mi familia ni un paso atrás'. A ella la seguían otras con consignas de prevención del VIH, como un anuncio con las imágenes de Boris Izaguirre, Iñigo Lamarca y Jesús Vázquez, que han ofrecido su imagen para una campaña con el eslogan: 'De hombre a hombre habla del VIH'.
Y es que la prevención del Sida es sin duda el tema por excelencia en el desfile de este año. 'Salud e igualdad, por derecho', reflejaban las pancartas de los asistentes.
Un lema que no carece de significado, puesto que se cumplen 30 años del primer caso diagnosticado de VIH, «una pandemia que afecta gravemente a nuestro colectivo», según la propia Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
Más de un centenar de agentes de la Policía municipal componía el dispositivo de seguridad establecido por el Ayuntamiento de Madrid para la manifestación. Los agentes controlaban las inmediaciones de la Puerta de Alcalá, que se convirtió en un torrente de personas a medida que se acercaba la hora de salida. Gente de todos los puntos de España se congregaba en este lugar.
Polémica
Un evento que este año no ha estado exento de polémica. El ruido ha sido el principal punto de controversia entre asistentes y vecinos. Begoña y Rafael, dos residentes en la zona, aseguraban que «a todos nos toca sufrir las fiestas de nuestro barrio».
El motivo de prohibir la música en la plaza de Chueca, centro neurálgico de la celebración, radica en la ordenanza del ruido de la capital, donde se prohíbe expresamente el desarrollo de eventos en la vía pública a una distancia inferior a 150 metros de centros sociosanitarios.
Esto afecta a la plaza de Chueca, puesto que a menos de esa distancia se encuentra una residencia de ancianos. «Han intentado boicotear las fiestas prohibiendo la música», señalaba Marcelo, un joven ecuatoriano de 20 años.
Otros, como Carmen, mientras vendía jabones naturales con los colores distintivos del colectivo gay, señalaba que «la residencia de ancianos es una excusa, hay otros sitios que tienen un bar debajo y no pasa nada», antes de proponer una idea: «El problema es que Chueca es muy pequeño, no estaría mal que se trasladara a otros sitios donde dejen la música y pueda entrar más gente». Una propuesta que no salió adelante, a pesar de la iniciativa de los organizadores para celebrarlo en lugares como la Plaza de España.
Pero la ausencia de sonido no hizo mella en el desfile, donde sí hubo cabida para grandes altavoces, que portaban las carrozas, y muchos decibelios, que hacía de Madrid una fiesta. Una fiesta que no se quiso perder nadie, ya que por las calles de la capital desfilaron autobuses de partidos políticos, organizaciones sindicales y otras entidades.