La tradición de comprar flores en Todos Los Santos se mantiene en la Comunidad de Madrid, sobre todo en los pueblos, lo que la convierte en la festividad en la que menos notan la crisis los vendedores, aunque, eso sí, el presupuesto para recordar a los difuntos ha bajado y el intrusismo daña las ventas.
Así lo ha asegurado a Efe la presidenta de la Asociación de Floristas de Madrid y Centro (AFMC), Kena Yuguero, que ha explicado que los pueblos mantienen viva la tradición de engalanar los cementerios con flores mientras en la capital son las personas de más edad las que siguen acudiendo con sus ramos y centros, y en mucha menor medida los jóvenes.
También hay diferencias entre la capital y los pueblos a la hora de recordar a los fallecidos, y mientras en la ciudad se apuesta por ramos y centros más modernos, con flores variadas, en los pequeños municipios siguen triunfando los clásicos crisantemos, claveles y gladiolos.
Los años de crisis no han hecho que bajen significativamente las ventas de flores en Todos Los Santos, según Yuguero, que asegura que quien quiere recordar a sus difuntos lo hace igual que antes de la crisis, aunque quizá sí dedique algo menos de presupuesto, decantándose por ramos y centros algo más económicos que tiempo atrás.
De esta forma, Todos Los Santos es la fiesta en la que los vendedores de flores menos han notado la crisis.
Pero de lo que sí se quejan los vendedores es del intrusismo que, según denuncian, no se controla de forma suficiente por parte de las autoridades y que, en muchos casos, tiene una regulación "penosa" que permite prácticas que dañan considerablemente sus ventas, prácticas que precisamente en Todos Los Santos se intensifican.
Como ejemplo, Yuguero denuncia que mientras los locales comerciales dedicados a la venta de flores están muy controlados en cuando a las licencias y los trabajadores que venden en ellas, en los puestos ambulantes la falta de control hace que una persona con una única licencia instale varios puestos de venta en distintas calles, con trabajadores no autorizados.
Otros comercios, como los bazares, ofrecen flores sin que se controle que no estén cerca de alimentos o exhibidas en la calle, algo que, según Yuguero, no se permite a los establecimientos de venta de flores.
Una competencia desleal que, según se queja, ha llevado a que muchos floristas del centro de la capital no trabajen productos como el crisantemo, que da márgenes tan pequeños que les hace imposible competir con otros comercios no especializados pero que sí los venden.