Quiosco de prensa en Plaza Castilla | EUROPA PRESS
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Adaptarse o morir bien podría ser el lema de los quiosqueros madrileños, que han entendido que si quieren sobrevivir en la actual era de las pantallas deben completar su oferta de prensa escrita --que sigue sumando años de declive--, con todo tipo de productos, desde la comercialización de cafés a la instalación de cajeros automáticos pasando por la venta de socorridos paraguas o abanicos para solventar los estragos del termómetro.

Uno de esos tradicionales comercios destinados a la venta de periódicos, revistas, golosinas y otros artículos, cada vez más diversos, está en Plaza de Castilla. Este quiosco ha apostado por ramificar aún más su negocio ante la crisis que atraviesa el sector. Desde productos editoriales a riñoneras, galletas, gafas de sol, bebidas, paraguas, puzzles para niños o pasatiempos, todo se puede encontrar en poquísimos metros cuadrados.

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"Los jóvenes que quieren hacer un sudoku lo hacen en la tableta. Como lo que viene es gente mayor, he metido muchísimos más pasatiempos porque ellos no los hacen en pantallas. Antes no tenía tantos", ha explicado el propietario en declaraciones a Europa Press.

Para intentar paliar la crisis en la que está sumergido el sector, la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid (AVPPM) promovió un proyecto piloto en colaboración con la empresa Urban Service Point para ofrecer nuevos servicios a la ciudadanía. La presidenta de la entidad, Teresa Araújo, sostiene que la implantación de nuevas líneas de negocio es resultado de la evolución del quiosco.

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Ya no viven de la venta de producto editorial

"La mayoría de los vendedores ya son conscientes de la necesidad de diversificar su negocio. La inmensa mayoría no vive de la venta del producto editorial sino del conjunto de ingresos de todos los servicios que ofrece al ciudadano. Quizás los vendedores más mayores pueden aún ser más reticentes al cambio, acostumbrados a la época de bonanza de la venta de prensa, pero al final la supervivencia del sector pasa por abrirse a otras vías de negocio", ha explicado Araújo a Europa Press.

En este sentido, la presidenta de la asociación ha recordado que en el año 2003 había 800 quioscos, cuando una década después, en 2013, la cifra ya había bajado a 565. En lo que va de 2023, la ciudad de Madrid cuenta con 300 quioscos de prensa activos.

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Los principales motivos por los que los propietarios echan el cierre son, principalmente, la jubilación y la imposibilidad del relevo generacional, junto a las bajas ventas de producto editorial en aquellos que no han apostado por diversificar su negocio.

"Forma parte de la evolución: empezamos como voceadores en la calle, luego se nos permitió permanecer en una ubicación concreta y luego nos dejaron instalar un cobertizo para refugiarnos de las inclemencias meteorológicas, que acabó convertido en un quiosco que vende prensa y, desde hace mucho tiempo, más cosas", ha explicado la presidenta de la AVPPM, Teresa Araújo.

Un café mientras se saca dinero

El quiosco ubicado en Plaza de Castilla es uno de los que se han sumado al proyecto piloto de la AVPPM y Urban Service Point. Los viandantes pueden parar a sacar dinero en efectivo en su cajero automático, recoger un paquete en su Amazon Locker o incluso pedirse un café para llevar.

Su propietario ha sostenido que desconoce si la inclusión del servicio de última milla o la instalación del cajero repercute directamente en las ventas del quiosco. "La gente se acerca y me pregunta, saca dinero, pero luego no sé si vienen a comprarme a mí", ha trasladado. Sin embargo, también ha reconocido que el café sí mueve. "Puedo hacer unos 20 o 30 cafés al día", ha contabilizado.

La ubicación de estos negocios también es fundamental a la hora de redirigir su futuro. De hecho, el propietario del quiosco de Plaza de Castilla admite que su ubicación es una ayuda. "Tengo mucha suerte porque es un sitio de paso, junto a los juzgados, hay oficinas, hay gente que vive. Hay bastantes tipo de clientes. El papel está más parado pero un día vendo unas cuantas riñoneras, un par de paraguas, productos electrónicos... Porque solo con cosas de papel ya no me daba para vivir", ha lamentado.

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La era digital

En una sociedad cada vez más digitalizada, las ventas de publicaciones en papel se encuentran en caída libre. De hecho, los datos que maneja la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid sobre la facturación de 200 quioscos de prensa de la ciudad apuntan a que las ventas generaron 21 millones de euros en el año 2018, mientras que en 2022 no llegaron a los 16. En lo que va de año 2023, esta facturación ha alcanzado los 13 millones, lo que supone un descenso del 38% de la facturación en apenas cinco años.

"La tendencia ha cambiado, sobre todo en la edad. Ya por debajo de 60 años poquísima gente me compra algo en papel. Periódicos, revistas de muebles, cotilleo... todas han bajado un montón. Antes mucha gente compraba una revista de coches para comprarse uno. Ahora eso está en Internet. Para pisos, cine o restaurantes ya es todo por Internet", ha explicado el propietario del quiosco.

La Asociación apunta como principal causa del problema la digitalización de la información y el impulso de las suscripciones a medios de comunicación. "Las suscripciones digitales han provocado el cambio de hábitos en el consumo. El lector joven prefiere los nuevos soportes de información al tradicional", ha afirmado Araújo.

"Muchos clientes optan por cambiar a los formatos digitales o abandonan sus hábitos de compra en quiosco al ver las dificultades para hacer sus pedidos o tras ser invitados por los editores a suscribirse de forma directa y abandonar al quiosco, por lo que existe una sensación generalizada de la red de ventas de tener el enemigo en casa", ha añadido la presidenta.

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"Es una batalla perdida"

"Es una batalla perdida total. La gente joven de 50 para abajo, que no le importa leerlo en el móvil, ese ya no compra", confirma el propietario del negocio en Plaza Castilla. Sobre las suscripciones digitales también ha afirmado que no se ha notado una vuelta al papel porque "sigue siendo baratísimo".

En relación al futuro, la asociación de quiosqueros constata que reina la incertidumbre ante la época de cambio. "Incertidumbre sobre qué negocios podremos explotar, si serán viables, si seremos capaces de afrontar el cambio, si tendremos un relevo generacional que quiera seguir explotando los quioscos... y también incertidumbre con respecto al futuro de las concesiones de venta de prensa, que finalizarán en el 2029", indica Araújo.

Este quiosquero de Plaza Castilla, que instaló su negocio en el año 1962 y que ha pasado de padres a hijos hasta su actual regente, en activo desde el año 2001, no es capaz de dar una respuesta sobre lo que vendrá. "*Sobre el futuro de los quioscos? No tengo ni idea", zanja.