Un saldo migratorio muy negativo provocó que la Comunidad de Madrid perdiese 46.003 ciudadanos en 2013, un descenso del 0,72 % que equivale a la mitad de la provincia de Soria -92.553- y acentúa la pérdida de población iniciada el año anterior, una dinámica que preocupa a los demógrafos en un contexto en el que la natalidad no garantiza el reemplazo de nuestros mayores.
Los últimos datos de población recientemente publicados por el Instituto Nacional de Estadística y actualizados a 1 de enero de este año muestran que la Comunidad de Madrid, pese a un repunte de los ciudadanos nacionales llegados de otras autonomías, ha perdido población por el regreso a sus países de muchos emigrantes y la salida al extranjeros de muchos españoles.
Entre enero de 2013 y enero de 2014, según la Estadística de Migraciones del INE, descendieron en Madrid los ciudadanos de la UE no españoles y los de otras partes de Europa, los africanos, los centroamericanos, los sudamericanos -que pasaron de 240.438 a 206.106- y los asiáticos; solo aumentaron los norteamericanos y los naturales de Oceanía.
Los datos conocidos ahora se suman al constante goteos de malos datos demográficos que la Comunidad ha enlazado en los dos últimos años, al que no es ajeno la ciudad de Madrid, que acumula cinco descensos anuales consecutivos en el número de vecinos.
Estas cifras, que en buena parte se explican por la falta de trabajo y la menor dinamicidad laboral vinculadas a la crisis, explican los especialistas, se unen a unos bajos índices de natalidad que, en Madrid como en el conjunto de España, ni de lejos se acercan a la tasa de reposición de 2,1 hijos por mujer.
Para Alfonso de Esteban Alonso, catedrático de Sociología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, al que no le sorprenden la cifras del INE, la situación demográfica es "preocupante" y muestra, cuando se hacen proyecciones, que Madrid no va a crecer al ritmo previsto de los años 90.
El catedrático recalca que la Comunidad ha perdido más de 220.000 personas en los últimos tiempos -"es muchísimo", destaca- y que ahora ni la emigración cubre las necesidades de población -para cubrir prestaciones sociales, por ejemplo- que no alcanza la tasa de reposición de Madrid, de 1,3 hijos por mujer.
Además, destaca la pérdida de capital humano que supone el nuevo fenómeno de la emigración española, muy diferente al de los años setenta y en el que se van los más preparados, con la consiguiente "descapitalización" de recursos humanos.
"O los partidos políticos toman cartas serias en políticas demográficas serias o la cosa se va a complicar", advierte el catedrático de la Rey Juan Carlos.
Lo que sí celebra es la paz social demográfica que se vive en España, aunque teme que la prolongada "crispación" motiva por la marcha de la economía pueda generar cierta "desafección" hacia los extranjeros.
Jesús Sánchez Barricarte, doctor en Demografía por la Universidad de Berkeley y docente en la Universidad Carlos III, también ve necesario un acuerdo por la demografía que implique a partidos agentes sociales, pero se muestra "tremendamente pesimista" ante la posibilidad de que llegue a producirse.
Sánchez Barricarte recalca que, hasta ahora, la inmigración que llegaba de la mano del dinamismo económico permitía contrarrestar el hecho de que en Madrid y España, desde los años setenta, nazcan "poco más de la mitad de los que tendrían que nacer" para garantizar el reemplazo.
El demógrafo, que rechaza aventurar pronósticos de la evolución en próximos años -porque sería "aventurar"-, achaca el retorno de emigrantes al hecho de que ya no se mantiene el atractivo que antes ofrecía españa para que la gente joven se fije en nosotros y arriesgue para venir a conseguir un empleo.
Unido a que los nativos se tienen que marchar, este problemático cóctel supone, por ejemplo, un problema para el mantenimiento de los servicios públicos.
Por ejemplo, explica que la red de metro "de lo mejor" que tiene Madrid está dimensionada para una población mayor a la actual porque Madrid había recibido buena parte de los inmigrantes que llegaron a España. Ahora, su marcha dificulta su mantenimiento.
Sánchez Barricarte pide políticas que estimulen el regreso de los ciudadanos con elevada formación y experiencia que se han ido al extranjero, así como un modelo que incentive la natalidad.
Por ejemplo, propone que, por ley, se reconozca el tiempo dedicado a criar a los hijos como contribución a la Seguridad Social, es decir, que compute a la hora de la jubilación el tiempo que padres y madres, con o sin trabajo, ha dedicado a garantizar el reemplazo demográfico.
De este modo, el coste extra "a futuro" de reconocer esta contribución lo sufragarían los propios hijos de los padres futuros jubilados.
El profesor expone la hipótesis de dos chicas "iguales como dos gotas de agua" que cursan los mismos estudios y acceden a la misma empresa. Una decide tener hijos, y la otra no. con la misma formación que, entran a la carrera, una decide no tener hijos,
"¿Cuál cual va a ser la trayectoria de una y otra? La que tiene hijos verá frenada su carrera y promocionará menos... Y tendrá menos jubilación porque igual algún año no podrá trabajar o estará a tiempo parcial... Y la otra, sin hijos, posiblemente tendrá una mayor pensión, que pagarán, entre otros, los hijos de la primera".