Incinerada en la Almudena Rocio Piñeiro, la mujer asesinada en una iglesia de Madrid. El marido y su familia están destrozados. El bebé salvado por el SAMUR y la otra mujer herida siguen en La Paz y evoluciona favorablemente.
El individuo que la mató vivía en un piso de la calle Dulce Chacón, cerca del lugar del crimen. La casa de Iván Berral era, el viernes por la tarde, un repertorio de golpes incrustados en las paredes, ocultos tras una máquina de pinball, en tablas de madera y de diferentes tamaños, una muestra del estado mental en el que se encontraba. El asesino había invertido 500.000 euros hace algo más de dos años en este inmueble de nueva construcción en el que viven poco más de 40 personas. Iván Berral tenía al menos 20 detenciones por malos tratos, amenazas, lesiones y tráfico de drogas. La Policía tiene claro que era una persona desequilibrada y depresiva.
Rocío Piñeiro estaba embarazada de su primer hijo y a punto de salir de cuentas. Tenía 36 años y había residido en la capital de la provincia hasta que se trasladó a trabajar a Madrid, donde estaba empleada en una sucursal de Novacaixagalicia. En el momento del crimen, estaba acompañada por su madre, que tuvo que ser atendida por el servicio de urgencias por un ataque de ansiedad. El padre de la joven se encontraba en Fornelos de Montes en el momento del crimen cuando vio por televisión la noticia del suceso madrileño. La familia política de la fallecida acompaña al bebé salvado del crimen en el hospital, mientras su familia directa sigue conmocionada.