La Guardia Civil ha detenido a cinco personas, tres de ellas menores de edad, por haber presuntamente perpetuado doce robos, principalmente de material informático, en trasteros, locales comerciales y colegios de Pinto y Getafe. Según ha informado este miércoles la Guardia Civil en un comunicado, dos de los detenidos tienen 18 y 19 años, mientras que tres de ellos son menores de edad. Estos tres individuos aprovechaban su edad para pasar desapercibidos en centros docentes y anular los sistemas de alarma.
Cuatro de los detenidos por los agentes de la Guardia Civil, pertenecientes al Equipo de Policía Judicial de Pinto, tienen nacionalidad marroquí y uno de ellos es natural de Ecuador. Todos ellos han sido puestos a disposición de la Autoridad Judicial competente.
Los agentes estudiaron diversos hechos delictivos cometidos en Pinto y observaron que una gran cantidad de ellos atendían al mismo patrón. La Policía sospechaba que tras los actos pudiera estar un grupo de delincuentes, "estructurado y muy activo", que se había especializado en el robo en centros educativos, así como en trasteros, todos ellos ubicados en el sur de la región.
El cruce de información y las "minuciosas" inspecciones oculares, realizadas por los agentes encargados del caso permitieron identificar a una parte de los integrantes de este grupo delictivo, sobre los que se centraron todas las labores de vigilancia. Fruto de la vigilancia, se averiguó que antes de cometer los delitos los investigados se reunían en una plaza de la localidad, desde donde se repartían las funciones que cada uno desempeñaría durante el robo.
A los lugares accedían un máximo de dos personas y el resto se quedaba vigilando en el exterior. Si el objetivo era un centro educativo, se aprovechaba que tres de los integrantes eran menores de edad, de forma que estos se mezclaban con los alumnos y averiguaban el lugar donde estaba situada la alarma. Inutilizaban la alarma y actuaban en el centro con total impunidad.
En todas las ocasiones, los jóvenes actuaban de madrugada y su objetivo era el material informático. No obstante, cuando accedían a los trasteros arrasaban con todo lo que hubiera en su interior. El material robado era rápidamente vendido a terceras personas, quienes a su vez las volvían a vender en tiendas de segunda mano o por piezas.