Fue el último comercio en abrir en la galería de la calle Fuencarral y ha sido el último en cerrar. Se trata de la Joyería Monge, un pequeño comercio que muchos en Malasaña han conocido como “de toda la vida” y que después de 28 años se ve obligado a trasladarse.
Entre la frescura de los nuevos comercios, el negocio familiar de los Monge, padre e hijo, en Fuencarral, 77; sigue viento en popa después de 33 años. Esta joyería es el último comercio del pasaje de Fuencarral que conecta la calle con la Corredera Baja de San Pablo.
Este agosto se traslada al número 141 de la calle Fuencarral. En el antiguo edificio que pertenecía a la Seguridad Social «antes había un estanco, la peluquería 'Pili', una tienda de bolsos, una sastrería, una óptica, una tienda de figuritas, el Teatro Almagro, un almacén de telas y oficinas de la Seguridad Social», dicen padre e hijo haciendo memoria. Todos acabaron trasladándose o cerrando porque «los contratos fueron venciendo o los dueños fallecieron y no permitieron a sus familiares renovar el alquiler».
Los Monge también abandonan el barco después de más de tres décadas, aunque no porque no les vaya bien donde están. «El edificio lo compró hace un año el fondo de inversión americano Green Oak y lo gestiona Aguirre Newman. La verdad es que no hemos recibido presiones para marcharnos, pero quieren hacer una gran obra aquí, con viviendas de lujo y nuevos comercios. Así que hemos acordado trasladarnos».
Con el traslado a un local de una zona más transitada esperan arrastrar a sus compradores habituales y ser descubiertos por otros. «Queríamos irnos a un sitio cercano para que los del barrio siguieran viniendo», dicen.