Y, por fin, llegó La Paloma. Olor a churros y fritanga, casetas de verbena, chotis, buen humor y muchos claveles se dieron cita en los aledaños de la iglesia de San Pedro el Real en la víspera del día grande de la virgen del ‘pueblo’. Así vivió Madrid su fiesta más castiza.
Después de las celebraciones por San Cayetano y San Lorenzo, las verbenas madrileñas llegan a su fin con La Paloma. La noche del viernes, víspera de la famosa 'bajada del cuadro' de la virgen, vivió el espíritu festivo que caracteriza a los madrileños, naturales y de adopción.
Al caer el sol, las calles de Calatrava y La Paloma hicieron la función de escenario por el que desfilaban chulapos y chulapas de avanzada edad. ¿El motivo? Un concurso de chotis para mayores, la danza por excelencia de la capital que ha resistido como pocas el paso del tiempo. El certamen, organizado por las asociaciones Barrio de la Fuentecilla, Yemayá y Empresarios de Hostelería La Paloma, reunió a numerosas parejas que no dudaron en saltar a la pista y demostrar a los curiosos y viandantes quién era el más 'chulo' del lugar.
Al finalizar el baile, los mismos participantes acudieron, ya que se habían engalonado para la ocasión, al concurso de trajes típicos regionales. Mantones de manila, vestidos de lunares hasta los pies, pañuelos y tacones para ellas; parpusas (gorras) de cuadros, chalecos, pantalones oscuros ajustados y botines para ellos. Claveles para ambos. Ningún detalle se escapaba de unos atuendos que atraían miradas y fotografías de la muchedumbre, muy implicada en la celebración.