La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha aplaudido en este Miércoles de Ceniza el mantenimiento de la tradición castiza del Entierro de la Sardina, acto con el que se cierra el Carnaval, en una ciudad en la que se habla de "abrazos, fiesta y apertura" cuando en otros puntos del mundo se hace de "muros".
Carmena ha dado la bienvenida uno a uno a todos los integrantes de la Cofradía de la Sardina, de luto riguroso. Lo ha hecho en la Casa de la Villa y a falta de un año de que se cumpla el 250 aniversario de esta tradición madrileña, reflejada por Goya.
Ha sido el primer año en el que Madrid cuenta con una nueva tradición, un dulce en forma de sardina de chocolate, idea de la alcaldesa. Esta tarde se repartirán más de 2.000 sardinas.
El dulce ganador del concurso convocado por el Ayuntamiento y la Asociación de Cocineros y Reposteros de Madrid (ACYRE) ha sido el de David Cristóbal, repostero de la pastelería El Cercadillo, que se ha inspirado en la multiculturalidad de Madrid combinando productos foráneos como el cacao y la canela con otros autóctonos como la almendra y la avellana.
Carmena ha dado "tres o cuatro dieces" a la Cofradía por "saber guardar, observar, divertir, modificar y extender las tradiciones de Madrid, una ciudad llena de vida". Ha avanzado que el entierro del año que viene, cuando se cumpla el 250 aniversario de la tradición, "va a ser sonado" y no descarta que tanto ella como otras concejalas se presenten "vestidas de viudas".
CIENTOS DE PERSONAS EN EL ENTIERRO DE LA SARDINA
La alegría y la pena se han mezclado en el tradicional entierro de la sardina, rito en el que han participado cientos de personas y con el que se despide a Don Carnal, protagonista de las fiestas de carnaval, y se da paso a Doña Cuaresma.
La Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina ha despedido este miércoles de Ceniza el carnaval madrileño. Y lo ha hecho entre lágrimas y sollozos, como corresponde a tan triste pérdida, pero en compañía de música, gigantes y cabezudos.
Los cofrades han llenado de humor y diversión su tradicional recorrido desde la ermita de San Antonio de la Florida hasta la Fuente de los Pajaritos, en la Casa de Campo, donde han dado sepultura al pescado más festivo.
La tradición del entierro de la sardina, que se sigue en muchos rincones de España, podría remontarse al siglo XVIII, en el reinado de Carlos III, según cuentan los cofrades, cuando durante la Cuaresma llegó a Madrid una partida de sardinas procedentes del norte del país, que se pudrieron por el calor y fueron enterradas en la Casa de Campo por orden del entonces corregidor de la capital.
El rito se repitió año tras año hasta perderse con Franco, que prohibió cualquier acto de carnaval. Fue Serafín Villén, según cuenta su sobrino Mariano Villén, quien convenció un miércoles de ceniza a un grupo de amigos para enterrar la sardina en la Casa de Campo, a pesar de la prohibición impuesta. Y desde entonces hasta hoy.
Hay otra versión sobre su origen según la cual la costumbre de enterrar la sardina nació hace tres siglos en Madrid durante las fiestas que se celebraban antes de la Cuaresma. Tal día como hoy se reunía la gente en el campo y lo que se enterraba no era un pez, sino un cerdo abierto en canal al que se llamaba 'cerdina'.
La tradición se fue extendiendo por otros pueblos y ciudades de España, pero adoptaron la costumbre de oído, ya que confundiendo los términos, de modo que la 'cerdina' acabó en sardina.
El origen de la Cofradía se remonta al reinado de Carlos III. La leyenda cuenta que llegó a los mercados de Madrid una partida de sardinas en mal estado. Para atajar el hedor, el monarca firmó un edicto ordenando el entierro de este pescado podrido en la ribera del Manzanares.