Los principales líderes de la ultraderecha europea unieron sus voces contra la UE en la localidad alemana de Coblenza, en un alarde de fuerza ante las elecciones en Holanda, Francia y Alemania y envalentonados por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Tras el "brexit" y la victoria de Trump, "2017 será el año del despertar de los pueblos de la Europa continental", manifestó la líder del partido ultraderechista francés Frente Nacional (FN), Marine Le Pen.
Con las encuestas a favor ante las elecciones presidenciales de abril, Le Pen viajó a Coblenza invitada por el partido populista de derechas Alternativa para Alemania (AfD), junto a sus camaradas del grupo de Europa de las Naciones y las Libertades (ENF) del Parlamento Europeo.
Un fuerte dispositivo policial rodeó el centro de congresos a orillas del Rin elegido para la reunión, mientras alrededor de 5.000 personas, según cifras policiales, protestaban en la calle contra el populismo e innumerables periodistas seguían dentro los discursos de los autodenominados "patriotas europeos".
"Vivimos el final de un mundo y el nacimiento de otro, lleno de esperanzas y de oportunidades nuevas", dijo Le Pen a los centenares de invitados al acto, que no consiguieron llenar el salón reservado y decorado con las banderas de los países europeos.
"Ayer, una nueva América; hoy, Coblenza, y mañana, una nueva Europa", clamó también el líder del ultraderechista Partido por la Libertad (PVV) holandés, Geert Wilders, favorito para las legislativas de marzo en su país y convencido de que se avecina "el inicio de una primavera patriótica" en el continente.
Apoyados en el resultado del referéndum británico sobre la Unión Europea y el triunfo de Donald Trump, todos los intervinientes abogaron por regresar a los "Estados nación", controlar las fronteras y acabar con la acogida de inmigrantes. Con ese mensaje común restaron importancia a sus diferencias programáticas y subrayaron su deseo de, en línea con el mensaje del nuevo presidente estadounidense, "devolver la palabra al pueblo".
"El patriotismo no es una política del pasado, sino del futuro", añadió Le Pen, quien recibió la mayor ovación al cargar contra la canciller alemana, Angela Merkel, y su política de refugiados, "una catástrofe diaria".
Le Pen, como el resto de políticos, dio su respaldo expreso a AfD y a su copresidenta, Frauke Petry, ante las elecciones de septiembre en Alemania, un país en el que las encuestas sitúan a este partido, sin presencia en el Parlamento en estos momentos, como tercera fuerza tras conservadores y socialdemócratas.
Petry fue la encargada de cerrar los discursos principales y eligió un tono moderado para defender la necesidad de avanzar hacia una Europa de las naciones, "pacífica, soberana" y respetuosa con la soberanía de los Estados miembros. El actual modelo, auguro, acabará porque "Europa nunca ha permitido un poder absoluto, ni la Francia de Napoleón, ni la Alemania nazi, ni la Rusia soviética".
El discurso eurófobo estuvo acompañado por la exigencia de todos los intervinientes de poner freno a la llegada de inmigrantes y refugiados y la denuncia de que los flujos incontrolados en los últimos dos años han incrementado la inseguridad en la UE.
El líder de la Liga Norte italiana, Matteo Salvini, denunció en este contexto la "locura" que, a su juicio, supone mantener a decenas de miles de refugiados en hoteles, mientras que muchos de sus compatriotas no reciben protección tras los terremotos que han sacudido su país.
Salvini advirtió también de que "Europa no es islámica" y mostró los mismos temores que el holandés Wilders, quien consideró "inaceptable" que los europeos teman por su futuro o su seguridad o que, alertó, las mujeres alemanas "tengan miedo de mostrar su pelo rubio".
"La historia nos llama a salvar Europa", afirmó Wilders, junto a dirigentes de partidos de la derecha radical y ultranacionalistas de la región flamenca de Bélgica, el Reino Unido, la República Checa y Rumanía.