Los paquistaníes desafiaron hoy a los talibanes y acudieron en buen número a las urnas pese a la amenaza de muerte insurgente contra quienes participaran en la jornada de elecciones generales celebrada en este país.
Largas colas de personas se formaron durante todo el día frente a los colegios electorales en las principales ciudades de Pakistán, donde el terrorismo es endémico pero la violencia fue de baja intensidad y no hizo descarrilar el proceso de votación.
Las autoridades informaron, al caer la noche, de que trece personas habían perdido la vida en atentados cuyo saldo mortal no superó el que se contabiliza a diario en un país donde solo en la última década los ataques de tinte político han causado 40.000 muertos.
Próxima a la frontera con Afganistán y epicentro de la comunidad local de etnia pastún -mayoritaria en el país vecino y a la que pertenecen los talibanes de ambos lados de la línea divisoria-, Peshawar es una de las ciudades más inseguras de Pakistán.
Pero el ambiente de relativa normalidad electoral no difirió hoy en Peshawar de la tónica general registrada en el resto del país.
Un policía y ocho civiles resultaron heridos en la peor acción armada de la que se tenía conocimiento a última hora de la tarde en la ciudad, y que tuvo como marco un colegio electoral masculino -en Pakistán los géneros votan por separado- del área de Charsada Road.
Un centenar de personas esperaba a depositar su sufragio en ese colegio algo mas de tres horas después de que a escasos metros estallara por la mañana una bomba con cuatro kilos de explosivos, colocada en una motocicleta y activada por control remoto.
"No tenemos miedo. Tras la explosión nos fuimos pero poco a poco hemos vuelto", dijo a Efe Waheed Ullah Khan, que se disponía a votar y que explicó que el único cambio desde el estallido es que la gente se alineaba en el lado opuesto al que se produjo la deflagración.
"Los talibanes son nuestro mayor problema pero lo vamos a resolver por medios militares y la negociación", afirmó otro elector, Ibrar Khan, que aseguró que los insurgentes mataron hace tres meses a su hermano Inram en una explosión en un bazar local.
El capitán de policía Ijaz Khan, a cargo de la seguridad de otro centro de votación, habilitado en una escuela para ciegos del este de la ciudad, explicó a primera hora de la tarde que "todo está estupendamente bien, aquí no ha habido ningún incidente".
"Ha venido mucha gente porque no tenemos miedo alguno a los talibanes y todo se desarrolla con normalidad", apostilló.
Las autoridades confían en que la media de afluencia a las urnas supere el 50 por ciento -seis puntos más que hace cinco años-, pero prevén que sea menor entre las mujeres, cuya participación electoral continúa siendo una de las principales asignaturas pendientes.
Además, siguen sufriendo un acusado déficit educativo y están inmersas en el oscurantismo en un país dominado desde siempre por los hombres.
Asambleas tribales y grupos políticos de la provincia de la que Peshawar es capital, Khiber Pakhtunkhwa, decretaron la prohibición del sufragio femenino, lo que impidió que las mujeres de varias aldeas de distritos del área ejercieran su derecho al voto.
En un colegio electoral femenino de Hazane Pein, una barriada popular de la capital provincial, la votación se suspendió un par de horas después de que se presentaran denuncias de que un grupo de mujeres había ido allí para depositar su voto de forma ilegal.
"Las han traído de sus pueblos para que votaran a un partido y al llegar lo han hecho por otro distinto porque son iletradas y no saben leer lo que pone en las papeletas", apuntó Mashal Ijaz Butt, interventora del Partido Popular de Pakistán (PPP, de izquierda).
Butt acusó al islamista Jamaat Islami (JI) y al conservador Pakistán Tehrik e Insaf (PTI), de haber ofrecido a las mujeres 1.000 rupias (unos diez dólares) por cada voto, "lo que ha desencadenado el problema y se ha tenido que cerrar el colegio".
Según un observador local, Shahaf Uddin, la situación se complicó porque al personarse una dotación policial para evacuarlas las mujeres se negaron a obedecer por tratarse de agentes masculinos, y solo lo hicieron cuando se lo pidieron policías de su sexo.