La fragmentada oposición venezolana intentará mantenerse unida para conservar la fuerza que ganó en las elecciones legislativas del pasado domingo y enfrentarse al presidente Hugo Chávez, quien busca adelantar este año su proyecto socialista con la aprobación de un paquete de leyes.
Chávez, que se enfrenta a su mayor caída de popularidad desde que asumió la presidencia hace diez años, arranca la carrera por la elección presidencial del 2012 golpeado por una crisis económica, la deficiencia de servicios públicos que enfurece a la población y una desbordada criminalidad.
"Es el comienzo del final del proyecto de Chávez en Venezuela. Y el presidente lo sabe", dijo a Reuters el diputado electo Enrique Mendoza, un feroz adversario del Gobierno y artífice de la movilización y participación del domingo que dejó al mandatario con minoría de votos.
Pero la historia favorece a Chávez, que lleva 12 elecciones ganadas, resistió a la huelga de la industria petrolera, un breve derrocamiento durante el golpe de Estado de 2002 y recompuso su popularidad en pocos meses antes de un referendo que buscaba revocarlo.
De otro lado, sus adversarios no concretan un proyecto alternativo, disuelven sus esfuerzos unitarios y sus disidentes diluyen el apoyo que reúnen.
"La unidad es una necesidad. Los partidos individualmente no representan una posibilidad que electoralmente le dé una victoria frente al partido de Gobierno", explicó a Reuters Ramón José Medina, uno de los coordinadores de la coalición.