Dos atentados con coche bomba causaron hoy al menos 27 muertos y 140 heridos en Damasco, lo que volvió a infundir miedo a los ciudadanos que en el último año han vivido en relativa calma en este importante bastión del régimen.
La televisión oficial mostró imágenes de cadáveres y vehículos calcinados, así como cuantiosos daños materiales en las zonas sacudidas por las dos explosiones.
La primera de ellas tuvo como objetivo la sede de la Inteligencia de la Fuerza Aérea, en el norte de la capital, y poco después, en torno a las 7.20 hora local (5.20 GMT), otro artefacto estalló en un edificio de la Seguridad Criminal, en el oeste.
"Mi familia está bien, pero las ventanas de mi casa han quedado totalmente destruidas. La explosión ha sido terrible", dijo a Efe una mujer que residía cerca del complejo de Inteligencia.
El Ministerio sirio de Interior afirmó que los atentados fueron obra de suicidas y que hay civiles y miembros de seguridad entre las víctimas mortales.
Estos ataques "forman parte de los objetivos contra la seguridad y la estabilidad del pueblo", apuntó en un comunicado el Gobierno, que consideró que existe una escalada de la violencia fomentada por los supuestos deseos de algunos países de enviar armamento a Siria.
Los medios oficiales calificaron los ataques de "terroristas", en línea con la postura del régimen, que culpa a grupos armados de estar detrás de la violencia desatada en el país desde hace un año.
Las autoridades llamaron a los ciudadanos a colaborar para denunciar cualquier actividad sospechosa y reiteraron que actuarán con firmeza ante toda amenaza contra la seguridad del estado.
Asimismo, la televisión oficial informó de que dos supuestos terroristas murieron cuando explotó el vehículo en el que trasladaban cargamento en un campo de refugiados palestinos ubicado en los alrededores de la capital.
Considerado como uno de los principales feudos del régimen, Damasco se ha mantenido relativamente tranquilo y ha sido escenario de masivas marchas a favor del presidente, Bachar al Asad, como las organizadas el pasado jueves en coincidencia con el primer aniversario del inicio de la revuelta en el país.
No obstante, la seguridad del núcleo de la capital siria se ha visto últimamente afectada por atentados en varias ocasiones, lo que ha aumentado la tensión entre sus residentes.
El pasado 23 de diciembre, al menos 44 personas fallecieron en un doble atentado, frente a dos edificios de la Seguridad del Estado y que las autoridades atribuyeron a la red terrorista Al Qaeda, mientras que dos semanas más tarde otras 26 perdieron la vida en un ataque similar.
Las explosiones de hoy se produjeron en un barrio del norte de la ciudad, que está dominado por una mayoría cristiana, y otro que se encuentra cerca de la plaza de los Omeya y es una de las áreas más exclusivas de la ciudad.
Estas acciones en Damasco se suman a los numerosos actos de violencia que se han desencadenado en el país a pesar de los intentos mediadores por solucionar la crisis de forma pacífica.
En ese sentido, el enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, declaró ayer que tiene previsto enviar en los próximos días una misión técnica a Siria para continuar dialogando con las partes enfrentadas.
Del lado de la oposición, el líder del Consejo Nacional Sirio, Gorhan Golion, responsabilizó al régimen de estar tras los atentados para justificar la presencia de terroristas en el país, mientras que los Comités de Coordinación Local informaron de la muerte de 19 personas por la represión en todo el país.
Desde que comenzaron las protestas en marzo de 2011, más de 8.000 personas han muerto por la represión gubernamental en Siria, según los últimos datos de la ONU.