Al menos tres personas murieron y tres más resultaron heridas en los enfrentamientos registrados en las últimas horas en la ciudad septentrional libanesa de Trípoli entre supuestos partidarios y detractores del presidente sirio, Bachar el Asad, informó hoy la Agencia Nacional de Noticias (ANN).
Según la fuente, desde primera hora de la mañana vecinos de los barrios de Bab el Tebaneh, de mayoría suní, y de Yabal Mohsen, de predominio alauí (chií), se enfrentan con armas de distintos calibres.
Entre las víctimas mortales hay un militar libanés que fue alcanzado por los disparos de un francotirador y un joven identificado como Issa, detalló la ANN antes de señalar que las tres personas heridas están graves.
En un comunicado, el Ejército libanés, que se ha reforzado en la zona y aumentado las patrullas y los puestos de control, advirtió que castigará "con mano de hierro a todos aquellos que amenacen la seguridad y estabilidad de Trípoli, cualquiera que sea su grupo o afiliación".
Los combates estallaron el sábado después de que miembros de la Seguridad Nacional detuvieran a un islamista, identificado como Shadi Maulaui, acusado de "vínculos con el terrorismo".
La Seguridad Nacional explicó que el hombre fue detenido durante una "investigación sobre sus (posibles) vínculos con una organización terrorista", aunque evitó precisar otros detalles.
Medios de comunicación locales sugieren, no obstante, que el arresto podría estar relacionado con la crisis en Siria, cuyas autoridades acusan a una parte de la población libanesa de suministrar armas a los rebeldes.
Ante los enfrentamientos en Trípoli, el presidente libanés, Michel Suleiman, ha convocado al Alto Comité de Seguridad para una reunión esta tarde en el palacio presidencial.
El líder de la oposición antisiria, el ex primer ministro suní Saad Hariri, ha pedido en "Twitter" contención a los habitantes de Trípoli y ha calificado los hechos de "inaceptables", además de solicitar al Gobierno y al Ejército "asumir sus responsabilidades y poner fin al arresto de Maulaui".
El conflicto sirio ha profundizado la división entre los libaneses, en particular entre la comunidad chií -que controla el gobierno- y los grupos suníes, que en su mayoría apoyan a la oposición siria.