La fiscalía pide ingresar en un psiquiátrico a Breivik por los atentados en Noruega

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La Fiscalía noruega solicitó este jueves que el ultraderechista Anders Behring Breivik sea ingresado de por vida en un psiquiátrico, al considerar que no es penalmente responsable de los atentados del 22 de julio en ese país, de los que es autor confeso.

Las pruebas presentadas en los 42 días de juicio "apuntan claramente en la dirección de que Breivik no se encontraba en estado psicótico" al cometer los atentados, al contrario de lo que exigen las leyes noruegas para declarar a alguien no responsable penalmente, afirmó el fiscal Svein Holden.

Pero el primer estudio mental que se le practicó al acusado, que lo diagnostica con esquizofrenia paranoide, plantea una "duda real", de ahí que "de acuerdo con la legislación actual, Breivik no puede ser condenado a prisión", añadió.

Los fiscales consideran que en caso de duda ésta debe beneficiar al acusado y que es "peor" condenar a un psicótico a la cárcel que a un no psicótico a ser ingresado en una institución mental. La Fiscalía ya había apuntado cuando presentó la acusación en marzo que pediría tratamiento psiquiátrico para Breivik, en base al primer informe, aunque abría la posibilidad a un cambio a la espera del segundo estudio y de las observaciones realizadas en el juicio.

Durante casi tres horas de vista, transmitida por la televisión pública noruega NRK, la Fiscalía trató de desentrañar la cuestión central del caso, la responsabilidad penal de Breivik en términos jurídicos, partiendo de dos informes psiquiátricos con diagnóstico opuesto, las declaraciones de los testigos y otras pruebas.

A favor de una condena a prisión apuntan los testimonios del personal psiquiátrico de la cárcel de Ila, donde Breivik permanece desde su detención, y las de los expertos que lo sometieron a observación tres semanas, la base del segundo informe.

Las "debilidades" de este examen, encargado por el tribunal tras las críticas al primero y que sólo lo diagnostica con alteraciones de la personalidad, no impiden que trace "una imagen clara y robusta de Breivik como penalmente responsable", dijo Holden.

Pese a las críticas al informe original, tanto metódicas como de contenido, la Fiscalía considera que es "difícil" cuestionar su diagnóstico clínico, que además ha recibido el apoyo expreso de la Comisión de Medicina Forense, encargada de aprobar estos análisis.

De acuerdo con ese primer estudio, la base del "delirio" del extremista de 33 años es la idea de que debe salvar al mundo y que él decide quién debe morir a partir de su pertenencia a una organización "inexistente" de "Caballeros Templarios".

La Fiscalía no cree que haya "lógica" en el relato de los hechos de Breivik, que sostiene que fue contactado en 2002 por un criminal de guerra serbio que vivía en Liberia para formar parte de una selecta red nacionalista europea, que le encargó redactar un manifiesto ideológico y preparar una acción terrorista.

La investigación ha demostrado que Breivik vivió de forma normal hasta 2006 y que no empezó a planear los atentados hasta 2009, como dijo en los interrogatorios iniciales y en sus entrevistas con los primeros psiquiatras, sostiene la Fiscalía.

VIVIÓ DE FORMA NORMAL HASTA 2006

A Breivik se le acusa de dos actos terroristas distintos pero unidos por 77 homicidios premeditados realizados "en circunstancias agravantes", además de varios intentos de homicidio.

En caso de que el tribunal, que dictará sentencia el 20 de julio o el 24 de agosto, considere que no hay dudas suficientes sobre la responsabilidad penal de Breivik, la Fiscalía solicitó "de forma subsidiaria" una pena de 21 años de custodia, una figura legal que en la práctica puede equivaler a una cadena perpetua.

Breivik, que se mostró sonriente durante la vista, saludó con el brazo derecho extendido y el puño cerrado al salir de la sala, al igual que había hecho en los primeros días del juicio.

El extremista noruego hizo estallar el 22 de julio una furgoneta bomba en el complejo gubernamental de Oslo, causando la muerte a 8 personas; y justo después se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde causó una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas en la que murieron otras 69.