El centroderecha puede recuperar el poder en Islandia después de un paréntesis de cuatro años y arrebatárselo al primer Gobierno de izquierda desde la independencia del país en 1944, si se confirman los pronósticos para las elecciones legislativas de hoy.
Todos los sondeos apuntan a una clara mayoría del conservador Partido de la Independencia y del Partido Progresista y a una debacle de la Alianza Socialdemócrata y sus aliados del Movimiento de Izquierda Verde.
Los resultados de los comicios se empezarán a conocer pasadas las 22.00 GMT, cuando cierran los colegios electorales.
La incógnita a despejar parece ser si ganará las elecciones el conservador Partido de la Independencia o el centrista Partido Progresista, tradicionales aliados y que gobernaron juntos por última vez entre 1995 y 2007, la etapa ultraliberal que llevó a Islandia al colapso económico de octubre de 2008.
El último sondeo difundido por la cadena de televisión estatal RÚV da como ganador al Partido de la Independencia con el 27,9 % de los apoyos, más de tres puntos de ventaja sobre su aliado, que hasta hace una semana era el gran favorito para el triunfo final, el cual, de producirse, sería el primero en su historia.
Los socialdemócratas y los "rojiverdes" perderían la mitad de sus apoyos, al bajar al 14,6 % y al 10 %, respectivamente, a pesar de haber sustituido a sus líderes hace unos meses.
Según las encuestas, sumando sus votos estas formaciones no superarían ni a conservadores ni a centristas por separado.
Solo otros dos de los quince partidos que concurren a los comicios -una cifra récord- aparecen con posibilidades de superar la barrera mínima del 5 % de votos necesaria para acceder al Parlamento: el centrista Futuro Brillante, con el 6,6 %, y el Partido Pirata, con el 6,1 %.
Pese a estabilizar las cifras macroeconómicas, el primer Gobierno de izquierda en la historia de Islandia ha acabado la legislatura en una situación precaria, en minoría parlamentaria y con cuotas de popularidad muy bajas.
La dura política de ajustes impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a Islandia para rescatar al país, que se ha traducido en recortes sociales considerables, ha penalizado a un Gobierno que tampoco ha resuelto el problema del alto endeudamiento hipotecario de los hogares.
La coalición encabezada por la primera ministra socialdemócrata, Jóhanna Sigurdardóttir, tampoco ha sacado adelante ninguna de sus promesas principales, como la reforma del sistema de cuotas de pesca o una iniciativa popular para reformar la Constitución.
Sigurdardóttir pretendía que Islandia sellase su ingreso en la Unión Europea (UE) antes del fin de su mandato, pero las negociaciones con Bruselas fueron suspendidas temporalmente hace tres meses por presiones de su socio de coalición, contrario al ingreso, aunque había aceptado abrir las conversaciones cuatro años atrás.
El litigio sobre las indemnizaciones a ahorradores extranjeros por la quiebra del banco Icesave, con varios acuerdos firmados por el Gobierno con el Reino Unido y Holanda que luego fueron tumbados en dos referendos populares, tampoco ha aumentado su popularidad, ni la de la Unión Europea.
Las encuestas muestran una clara mayoría contraria a Bruselas y solo los socialdemócratas defienden abiertamente el ingreso en el club comunitario.
Tanto el Partido de la Independencia como el Partido Progresista no solo son contrarios a la adhesión, sino que apoyan el fin de las conversaciones y la retirada de la solicitud de ingreso en la UE.
Ese descontento ha sido aprovechado especialmente por el Partido Progresista, el único que se opuso a todos los acuerdos en el caso Icesave y que ha lanzado una propuesta populista para reducir un 20 por ciento la deuda hipotecaria de los islandeses.