El Partido Independiente, de centro derecha y euroescéptico, y el Partido Progresista, de centro izquierda, se postulan como claros vencedores en las elecciones parlamentarias de Islandia, de acuerdo con las primeras estimaciones de los resultados.
Con el 16 por ciento de las papeletas escrutadas, el Partido Independiente acumula el 25,8 por ciento de los votos y el Partido Progresista el 22,3 por ciento. La Alianza Social Demócrata, el partido gobernante, confirma su desplome con el 13 por ciento.
De esta forma, los islandeses apuestan por las dos formaciones gobernantes en la última década y que sumieron a Islandia en una profunda recesión provocada por la quiebra de su inflado sector bancario.
En cuanto al resto de partidos, Los Verdes figuran como la cuarta fuerza política del país, con el 11,1 por ciento y protagonizando otro gran batacazo electoral, según los datos recogidos por el diario islandés 'Morgunbladid'.
No obstante, irrumpen en el panorama político islandés dos formaciones inéditas. El proeuropeo Futuro Brillante, cuyos líderes abandonaron el Partido Progresista y la Alianza Social Demócrata, con el 7,8 por ciento de los votos y el Partido Pirata, con el 6,2 por ciento.
BENEDIKTSSON, ARTÍFICE DEL RETORNO AL PODER CONSERVADOR
Bjarni Benediktsson, futuro primer ministro islandés, salvó con una remontada en los últimos días su futuro político y permitió recuperar el poder al Partido de la Independencia, dominador histórico en Islandia.
En los casi 70 años de independencia del país, los conservadores habían sido siempre la fuerza más votada hasta las elecciones de 2009, donde perdieron esa condición a manos de los socialdemócratas.
Las protestas por la crisis económica, que se llevaron por delante al anterior gabinete dirigido por el conservador Geir Haarde, sirvieron para disculpar el mal resultado obtenido en esos comicios, con Bjarni Benediktsson ya al frente del partido.
Pero una segunda derrota habría significado con seguridad el fin de su liderazgo, cuestionado internamente pese al apoyo inequívoco de la dirección.
Hasta hace apenas tres meses, el Partido de la Independencia encabezaba con comodidad todos los sondeos, pero desde entonces comenzó una preocupante tendencia descendente.
Sus vínculos con la elite económica y política islandesa y su decisión de apoyar el último de los acuerdos del Gobierno para pagar a los acreedores extranjeros del banco Icesave, rechazado luego en referendo por la población, jugaron en su contra.
El descenso en los sondeos coincidió con la subida imparable del centrista Partido Progresista, el tradicional "hermano pequeño", que incluso pareció ser capaz de ganar los comicios, una posibilidad que también habría dejado muy mal parado al líder conservador, uno de los políticos que menos confianza inspira a los islandeses.
Sectores opuestos a él en el seno del partido comenzaron a tratar de impulsar la figura de la vicepresidenta de la formación, Hanna Birna Kristjánsdóttir, que sí goza de gran popularidad.
Todo ello hizo que a dos semanas de los comicios, Bjarni Benediktsson anunciara por sorpresa que se tomaba unos días de reflexión y que voces del partido insinuaran que no aceptarían entrar en un gobierno como segunda fuerza.
La maniobra táctica le salió bien, Bjarni regresó a la carrera electoral a petición de sus compañeros y empezó a remontar en las encuestas hasta lograr una victoria apretada, que aunque deja a los conservadores lejos de los porcentajes de sus mejores años, les permite al menos recuperar el poder.
De 43 años y buena familia, Bjarni Benediktsson se licenció en Derecho por la Universidad de Islandia y amplió estudios en Alemania y en EEUU, antes de regresar a su país para trabajar como jurista.
Formado en las filas conservadoras desde su juventud, accedió al Parlamento en 2003.
Entre 2005 y 2008 fue miembro de la dirección de N1 y BNT, dos de las principales empresas de servicios del país, pero abandonó el puesto tras el estallido de la crisis, al considerar que no era conveniente seguir vinculado al mundo de los negocios.
Casado y con tres hijos, antiguo jugador de fútbol y aficionado a la pesca, Bjarni Benediktsson ha defendido bajar los impuestos a las empresas para intentar crear empleo y se ha caracterizado como un opositor frontal a la entrada de Islandia en la UE.