Casas y mezquitas se han convertido en hospitales de campaña clandestinos en la provincia de Homs, donde la ofensiva represora del régimen causó hoy un centenar de muertos y la situación humanitaria avanza hacia el colapso, según informaciones de activistas opositores.
De acuerdo con su relato, la situación se ha agravado debido, entre otras razones, a que los centros médicos se han convertido en objetivos bélicos de las fuerzas de Seguridad del régimen.
"Los hospitales de campaña han sido bombardeados, ahora estamos tratando a los heridos en las casas y en las mezquitas con medicamentos insuficientes", aseguró a Efe por teléfono el activista Salim al Homsi.
Al Homsi, que se encuentra en el barrio de Bab Amro, uno de los más castigados por la acción del régimen, recalcó que "la situación es trágica" y que desde las mezquitas se hacen continuos llamamientos a donar sangre.
Los opositores Comités de Coordinación Local (CCL) denunciaron, por su parte, que varios edificios de viviendas han sido derruidos y que numerosas víctimas permanecen todavía atrapadas entre los escombros.
Según esta red opositora, la represión del régimen causó este jueves la muerte a 137 personas en todo el país, 110 de ellas en la Homs.
A este respecto, y en conversación telefónica con efe desde Bab Amro, el doctor Alí al Hazuri señaló que no es posible "identificar a muchos de los muertos porque tienen la cara totalmente destrozada".
Al Hazuri pidió ayuda urgente a las organizaciones internacionales y explicó que la mitad de las víctimas yacen en el suelo de las viviendas por la falta de espacio.
El facultativo subrayó que se necesita ayuda humanitaria básica, desde medicamentos hasta leche para los menores, además de equipamiento médico, ya que la Media Luna Roja no puede entrar en la zona.
De esta situación, se hizo eco este jueves la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF), que denunció que las autoridades sirias usan el derecho al tratamiento médico como un "arma de persecución" de sus enemigos políticos.
En un comunicado, su presidenta, Marie-Pierre Allié, opinó que el régimen lleva a efecto "una campaña de represión implacable contra los heridos en las manifestaciones y contra los médicos que están intentando curarlos", muchos de los cuales han sido torturados y arrestados.
Este acoso ha llevado a la creación de centros médicos clandestinos que no cumplen las mínimas normas de higiene y esterilización ni disponen de medios para practicar transfusiones de sangre durante las operaciones, agregó.
De la misma manera, los habitantes de los barrios asediados de Homs se enfrentan a la falta de alimentos y de combustible para cocinar y calentar las viviendas ante el intenso frío que reina estos días en Siria.
Un activista de la ciudad que se identificó con el nombre de Basil aseguró, por teléfono, que en algunos barrios "no hay pan ni leche para los niños, y es muy difícil encontrar gas desde hace cinco días".
Las familias se esconden en una sola casa para no malgastar combustible y eligen los sótanos de aquellas cuya ubicación es más segura para evitar los bombardeos, explicó.
"Nadie puede salir a la calle por los bombardeos y los disparos de los francotiradores. Las escuelas están cerradas y algunas se han convertido en cuarteles del Ejército sirio", indicó Basil.
La ofensiva, que desde el pasado viernes ha dejado cientos de muertos, impide, además, que se puedan celebrar funerales, por lo que, según el opositor, los cadáveres son enterrados en fosas comunes.
En el plano político, las divergencias en el seno de la comunidad internacional sumaron este jueves un nuevo capítulo.
Por una parte, la Unión Europea anunció la imposición de sanciones al Banco Central de Siria y el veto al comercio de oro y fosfatos procedentes de dicho país
Por otra, Rusia, que rechaza cualquier resolución de condena contra Damasco, quitó toda legitimidad a la iniciativa occidental de crear un "grupo de amigos" de la oposición de Siria, ya que en opinión de Moscú representa una "injerencia externa en un conflicto interno en favor de uno de los bandos enfrentados".
La falta de medidas decisivas por parte de los países occidentales es vista con preocupación por los opositores sirios, que se quejan de estar abandonados a su suerte en una lucha desigual contra el régimen de Al Asad.