Las dos semanas de campaña para las elecciones de este domingo en Portugal han deshecho el empate entre los dos grandes partidos lusos y auguran una victoria de los conservadores tras casi seis años de Gobierno socialista.
Los nueve millones y medio de portugueses convocados a las urnas viven hoy una jornada sin propaganda ni declaraciones políticas tras una campaña dominada por la crisis social y el rescate financiero del país que, según todos los sondeos, ha perjudicado al primer ministro en funciones, José Sócrates.
Desde el empate técnico que las encuestas otorgaban al Partido Socialista (PS) y al Social Demócrata (PSD, centro-derecha) poco después de la caída del Gobierno en marzo, la oposición ha llevado su ventaja a más de seis puntos con unas intenciones de voto que rondan el 37 % frente al 30 % que obtiene la formación en el poder.
Los cierres de campaña en la madrugada de hoy mostraron un PSD triunfal y un PS que intentaba disimular el mal trago de los sondeos.
Sócrates dijo que confía en dar una sorpresa y apeló con vehemencia al voto de los socialistas apáticos, de los indecisos y de quienes reciben ayudas públicas, con la advertencia de que la derecha quiere acabar con el Estado social.
Su gran rival conservador, Pedro Passos Cohelo, no tuvo reparos en admitir que quiere un Estado eficiente y del tamaño que se pueda pagar.
Mientras, el democristiano Paulo Portas, cuyo pequeño partido está dispuesto a aliarse con el PSD y darle quizá la mayoría absoluta, acusaba el primer ministro de "chantajear" al país.
La prensa lusa especula ya hoy con el futuro de Sócrates, que ayer no quiso comentar que hará si pierde las elecciones.
Varios dirigentes de su propio partido han dudado de que siga al frente de los socialistas si es derrotado, pese a que fue reelegido secretario general en un congreso celebrado tras la caída del Gobierno, con más del 93 por ciento de apoyo.
El líder socialista, de 53 años, presume de haber hecho la única campaña electoral moderada, en la que se ha mostrado dispuesto a llegar a acuerdos con las demás fuerzas políticas mientras todas le atacaban a él.
Sus mayores reproches van contra los dos partidos marxistas que participan en los comicios, el Comunista y el Bloque de Izquierda, por ayudar a la derecha al concentrar sus críticas en el PS.
Pero los rivales del Ejecutivo atribuyen el fracaso socialista en la campaña al intento de eludir la responsabilidad de la crisis y a argumentar el peligro de un Gobierno conservador para la supervivencia del Estado social, que ya está en mínimos por la crisis y los compromisos del rescate financiero del país.
Las causas de esa crisis han dominado la campaña, y mientras Sócrates culpaba al PSD de haber obligado al país a pedir el rescate por rechazar en el Parlamento el cuarto plan socialista de austeridad, los demás partidos consideran la gestión del Gobierno, aunque por diferentes razones, responsable de todos los males.
Pese a ser nuevo en la arena electoral, Passos Coelho, de 46 años, que asumió la presidencia del PSD el año pasado tras la derrota electoral de su antecesora, Manuela Ferreira Leite, ha fraguado las esperanzas de poder que arrastraba su partido desde la mayoría absoluta socialista de 2005.
Con todo, aunque se cumplan los pronósticos sobre una mayoría absoluta del PSD con la ayuda del Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) de Portas, el próximo Gobierno luso tendrá dificultades para apartarse del guión económico y social impuesto por el rescate financiero del país.
La principal tarea del Ejecutivo que salga de los comicios de mañana será cumplir los compromisos contraídos con Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para salvar al país de la quiebra mediante un préstamo de 78.000 millones de euros.
El dinero, que será entregado a lo largo de los próximos tres años, ya ha empezado a llegar a Portugal y ha roto el cerco que sufría en los mercados de deuda, pero le exige aun más sacrificios económicos y sociales para sanear sus finanzas públicas.