El papa Francisco se reunió hoy con cerca 14.000 sacerdotes, religiosas y seminaristas colombianos y sus familias en Medellín donde les advirtió de la facilidad de caer en la corrupción y de la necesidad de trabajar con vocación.
En el centro eventos La Macarena de Medellín, considerada la capital católica del país, Francisco los exhortó: "¡Que no falten vocaciones en ninguna comunidad, en ninguna familia de Medellín!.
Pero después Francisco dio indicaciones a los religiosos para que en su vida no haya lugar a la doblez y a las opciones mezquinas.
"Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo. Esto no es privativo de los comienzos, todos nosotros tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y mujeres que están en la Iglesia empieza así, poco a poco, se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida", advirtió.
Recordó que como se lee en la Biblia "no se puede servir a Dios y al dinero", y alertó: "No podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios materiales".
Francisco también les recomendó que huyesen de "situaciones, estilos y opciones que muestran los signos de sequedad y de muerte".
"El veneno de la mentira, el ocultamiento, la manipulación y el abuso al Pueblo de Dios, a los frágiles y especialmente a los ancianos y niños no pueden tener cabida en nuestra comunidad; son ramas que decidieron secarse y que Dios nos manda cortar", afirmó.
Puso el ejemplo de la primera santa colombiana Laura Montoya, cuyas reliquias fueron expuestas hoy en este acto "que desde esta ciudad se prodigó en una gran obra misionera en favor de los indígenas de todo el país".
Por ello, les invitó a ser religiosos que se conmueven ante las necesidades de las personas, "sobre todo cuando estas se ven avasalladas por la injusticia, la pobreza indigna, la indiferencia, o por la perversa acción de la corrupción y la violencia".
Así como que vayan a la búsqueda de los alejados, "sobre todo a los más pequeños, rechazando con fuerza la tentación de dar todo por perdido, de acomodarnos o de volvernos sólo administradores de desgracias".
A los religiosos les dijo que "haber sido llamados no nos da un certificado de buena conducta e impecabilidad; no estamos revestidos de una aureola de santidad".
"Todos somos pecadores y necesitamos del perdón y la misericordia de Dios para levantarnos cada día", agregó.
Francisco dijo a los religiosos y religiosas del país que deben ser "promesas de un nuevo inicio para Colombia, que deja atrás diluvios de desencuentro y violencia, que quiere dar muchos frutos de justicia y paz, de encuentro y solidaridad".