El choque este fin de semana de dos "trenes bala" en China, que ha causado al menos 35 muertos y 210 heridos, añade dudas al desarrollo de la red de alta velocidad en el país asiático, ya antes en problemas por las averías, la baja demanda y el endeudamiento que ha generado esta inversión.
El accidente ocurrió a las 20.27 hora local del sábado (12.27 GMT) en la provincia de Zhejiang (este), cuando el tren D301, que cubría el trayecto entre Pekín (norte) y Fuzhou (sureste) y transportaba unos 500 pasajeros, chocó con la parte trasera del ferrocarril D3115, que llevaba 900 personas.
Éste último viajaba desde Hangzhou (sureste) a Fuzhou, en la misma dirección que el D301, pero en el momento del choque estaba parado tras ser alcanzado por un rayo, cuando gran parte de la provincia sufría una fuerte tormenta veraniega con gran aparato eléctrico.
A consecuencia del impacto, los dos últimos vagones del D3115 descarrilaron y los cuatro primeros del D301 cayeron por un viaducto, a una altura de unos 30 metros, en las cercanías de la ciudad de Wenzhou.
El quinto vagón del tren que embistió se incrustó literalmente en la parte trasera del otro ferrocarril, mientras que uno de los que cayó por el puente acabó sobre otro.
Los dos trenes eran de la clase "danche" ("tren bala"), que circula a velocidades de hasta 250 kilómetros por hora, y aunque no son los más veloces de la red china, que incluye ferrocarriles de hasta 350 kilómetros por hora, son más rápidos y su precio es más caro que los convencionales.
Viajeros citados por la agencia Xinhua relataron que, tras el impacto, y completamente a oscuras, rompieron ventanas y saltaron de ellas sin saber que les esperaban caídas de hasta 20 metros.
"No sabía lo qué pasaba, pero instintivamente le dije a mi chico, '¡corre, corre, da igual si la abuela se muere!", contó al medio oficial Feng, una mujer de 62 años que junto a su nieto sobrevivió al accidente pese a viajar en uno de los vagones que cayó por el precipicio.
Los equipos de salvamento contaron a la televisión estatal CCTV que algunos vagones habían quedado tan deformados que tuvieron que cortar las carrocerías para entrar en ellos a rescatar a las víctimas, tan atrapadas bajo sus asientos y pilas de equipaje que muchas apenas podían emitir sonidos.
Algunas de ellas, sin embargo, lograron a través de móviles comunicarse con sus familiares y amigos, pidiendo ayuda antes de que llegaran los equipos de rescate.
"¡Ayuda! El tren está cerca de la estación del sur de Wenzhou. Todos los niños en el vagón están llorando y nadie viene a ayudarnos, por favor sálvennos", consiguió escribir una pasajera en su microblog, dos horas antes de que lograra ser rescatada.
Los heridos fueron llevados a hospitales de Wenzhou, donde se hizo un llamamiento público para donar sangre, ya que los centros médicos reconocieron que sus reservas estaban a punto de agotarse.
La agencia Xinhua también señaló que se ha recuperado la caja negra del tren que embistió, lo que ayudará en las investigaciones, mientras que 58 trenes de la línea afectada han tenido que ser suspendidos.
Tras el accidente, el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, pidieron todos los esfuerzos posibles en las operaciones de rescate, y el viceprimer ministro Zhang Dejiang viajó a la localidad donde se produjo el siniestro para supervisar las labores de atención a las víctimas.
El accidente se produce en un momento de fuertes dudas sobre el desarrollo ferroviario de alta velocidad en China, después de que la mayor línea del mundo de este tipo, entre Pekín y Shanghái, se inaugurara el pasado uno de julio tras años de expectación.
En apenas tres semanas, esta línea ha tenido tres averías, que también produjeron parones de trenes en medio de las vías, y medio centenar de atrasos, además de reducir frecuencias a causa de la escasez de viajeros en algunos trayectos.
A ello se añade el hecho de que el Ministerio de Ferrocarriles chino ha admitido un millonario endeudamiento por este tipo de proyectos de alta velocidad, y que el anterior ministro del ramo, Liu Zhijun, fue destituido en febrero por "violaciones disciplinarias" y afronta un proceso por presunta corrupción.
China tiene la mayor red mundial de trenes de alta velocidad, de 9.600 kilómetros, que planea aumentar hasta 16.000 hacia 2015, en un país donde los trenes son el transporte más usado, debido a que las grandes distancias hacen excesivamente largo el viaje por carretera y los aviones son todavía caros para el ciudadano medio.