El presidente estadounidense, Donald Trump, rompió su rutina de pasar el fin de semana en uno de sus clubes de golf o propiedades, y visitó por primera vez con su familia Camp David, el tradicional retiro oficial de los mandatarios en las montañas de Maryland.
Acostumbrado a lujosos y sofisticados complejos hoteleros con los que cimentó su fama empresarial, Trump había bromeado sobre Camp David como un lugar "muy rústico" al asegurar en una entrevista a comienzos de año: "¿sabes cuánto tiempo te gustaría? 30 minutos".
Por ello, sorprendió al anunciar el viernes que pasaría, junto a su esposa Melania y su hijo Barron, el fin de semana por primera vez en el tradicional retiro presidencial ubicado en las montañas Catoctin, en Maryland, a 110 kilómetros al norte de Washington.
Lo que no se olvidó Trump fue su teléfono, ya que el domingo amaneció con una serie de mensajes en Twitter, en los que celebraba los avances en su agenda para "volver a hacer grande a EEUU", como el "alto entusiasmo empresarial", y "pese a la distracción de la caza de brujas" con la que se refiere a las investigaciones de injerencia rusa en las elecciones del pasado año.
También Melania recurrió a la misma red social y publicó una imagen de la residencia acompañada del texto "Barron, el presidente y yo disfrutando del hermoso Camp David".
En sus casi cinco meses en la presidencia, Trump había optado, hasta ahora, por pasar los días de descanso en sus propiedades, especialmente en Mar-a-Lago su club en West Palm Beach, del sur de Florida, y que había bautizado como la "Casa Blanca de invierno".
Allí recibió al presidente chino, Xi Jiping, y al primer ministro japonés, Shinzo Abe.
En otras ocasiones, Trump había viajado a su club de golf de Bedminster, en Nueva Jersey; o cuando se quedaba en Washington, se desplazaba durante el día al que posee en Sterling, Virginia.
Estas opciones de descanso poco habituales han generado críticas de la oposición demócrata y parte de la opinión pública.
En concreto, apuntaban al excesivo gasto que acarrean para el contribuyente debido a la necesidad de cumplir con los protocolos de seguridad, y a los posibles conflictos de interés por usar la presidencia como plataforma para publicitar sus negocios.
"Los estadounidenses podrían recibir su parte de los 3,3 millones de dólares (2,9 millones de euros) que el autoproclamado multimillonario se gasta cada fin de semana para relacionarse con los ridículamente ricos miembros de su club en Florida", señaló la web progresista ThinkProgress,
Camp David no genera gastos adicionales, puesto que sus instalaciones están gestionadas y mantenidas por las Fuerzas Armadas estadounidenses.
A estas alturas de la presidencia, George W. Bush, había visitado Camp David once veces, Bill Clinton cuatro y Barack Obama dos, según el recuento de Mark Knoller, periodista de CBS y que recopila información sobre los viajes de los inquilinos de la Casa Blanca.
El primer mandatario en recurrir a Camp David como lugar de retiro fue Franklin D. Roosevelt, en 1942, y desde entonces se popularizó entre los presidentes dado su fácil y rápido acceso, apenas un breve vuelo en helicóptero desde la Casa Blanca.
Algunos lo utilizaron para encuentros oficiales con otros dignatarios, como el propio Rossevelt en 1943 al recibir al primer ministro británico Winston Churchill poco antes de la invasión de Normandía en la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, Jimmy Carter, organizó allí las reuniones secretas entre el presidente egipcio Anwar El Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin en 1978, cuyos pactos finales se conocen como los Acuerdos de Camp David.