El Ejército turco mantiene desplegados blindados en Diyarbakir, la principal ciudad de la región sureña de mayoría kurda, para imponer el toque de queda tras los enfrentamientos entre kurdos izquierdistas e islamistas radicales que provocaron ayer 18 víctimas mortales. El ministro de Agricultura, Mehdi Eker, confirmó hoy en una rueda de prensa en Diyarbakir la cifra de 18 víctimas, de los que diez murieron en esta ciudad.
El resto de muertos también se registró en provincias del sureste del país. Una de las víctimas murió por el impacto de un bote de gas lacrimógeno disparado por la Policía, mientras que las demás fallecieron durante los tiroteos entre los kurdos izquierdistas y los islamistas radicales. Los blindados militares, vehículos oruga armados con ametralladoras, controlan numerosos puntos estratégicos de Diyarbakir desde la madrugada pasada.
En las calles continúan las barricadas erigidas anoche durante las protestas contra el asedio yihadista a la ciudad kurdo-siria de Kobani y la negativa de Turquía a permitir la llegada de ayuda o armas a la ciudad sitiada. Sin embargo, las calles aparecen hoy vacías y no hay manifestaciones debido al toque de queda impuesto anoche y en vigor hasta la mañana del jueves, informaron a Efe periodistas locales.
Eker hizo un llamamiento a la calma y pidió "dejar de lado el odio", pero responsabilizó de los disturbios a un "lobby de creación del caos" para "envenenar el proceso de paz" en que están implicados el Gobierno y la guerrilla kurda.
Varias voces del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), que negocia desde hace casi dos años con el Gobierno para alcanzar el fin del conflicto kurdo, han anunciado la ruptura del proceso si la actitud de Turquía contribuye a la caída de Kobani en manos del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Turquía no sólo no intervenido militarmente contra los yihadistas, que se mueven a sus anchas a pocos centenares de metros de su frontera, sino que tampoco permite la llegada de ayuda humanitaria, armas o militantes kurdos a Kobani.
El ministro señaló que la mayoría de las muertes se produjeron "en ataques contra una asociación", en referencia al partido islamista kurdo radical Hüda-Par, una refundación de la red terrorista Hizbullah que en la década de 1990 se dedicaba a asesinar a simpatizantes del PKK.
El ministro criticó que los kurdos de Turquía destruyeran tiendas o negocios "de otros kurdos" para protestar contra el avance del EI, algo que calificó de "vandalismo". Confirmó que 30 personas fueron arrestadas y que 45 siguen bajo tratamiento en los hospitales.