La primera ministra de Tailandia, Yingluck Shinawatra, ha hecho un llamamiento a los habitantes de Bangkok para que se preparen ante la llegada a la capital de las peores inundaciones que ha sufrido el país en cincuenta años y que persistirán durante al menos un mes más.
Varias zonas de la periferia de la metrópolis continuaron inundándose hoy, a pesar de los esfuerzos de las autoridades para levantar diques y por drenar agua hacia el mar a través de sus redes de canales.
El Gobernador de Bangkok, Sukhumbhand Paribatra, dio hoy la orden para evacuar inmediatamente a los vecinos de 27 comunidades situadas más allá de las barreras de protección a lo largo del río Chao Phraya.
En su intervención semanal en el programa de radio "Encuentro con la gente del Gobierno de Yingluck", la primera ministra dijo que pasarán al menos entre cuatro y seis semanas hasta que las aguas que rodean Bangkok empiecen a retroceder.
Yingluck pidió a la población que no caiga en el pánico pero también que tome medidas como subir sus pertenencias a lugares elevados ante la posibilidad de que el agua inunde la ciudad, en la que viven unos 10 millones de habitantes.
Durante la última semana muchos de los residentes de Bangkok han hecho acopio de agua embotellada por temor a que la corriente que suministra el servicio público se mezcle con la contaminada que desciende desde las provincias inundadas.
La mayor parte de los supermercados de la metrópoli hace ya días que están desabastecidos a causa de la ruptura de los canales de distribución y la avalancha de compradores atemorizados ante una eventual escasez de alimentos.
Delante de numerosos edificios públicos, casas y negocios privados del centro de la ciudad se han levantado barreras con sacos de arena, mientras otros no han dudado en construir con ladrillos muros de un metro de altura en las aceras para proteger la entrada de los inmuebles.
Mientras, el departamento de mitigación y prevención de desastres elevó hoy a 356 la cifra de muertos por las inundaciones desde que empezaron en el mes de julio, cuando se desbordaron los primeros ríos y pantanos con la llegada de las copiosas lluvias del monzón.
Tras haber recibido duras críticas por su gestión de la crisis, la primera ministra, en el cargo desde agosto, pidió unidad a los organismos oficiales y a la población en la lucha contra las inundaciones, y alentó a los ciudadanos a prestarse ayuda unos a otros.
El Gobierno declaró ayer el estado de desastre después de que el agua empezara a anegar barrios residenciales situados a unos 15 kilómetros al norte del corazón de la capital.
Unas 28 provincias de la meseta central, un tercio de la superficie total del país, permanecen anegadas, así como más del 10 % del total de la superficie dedicada a la agricultura.