La líder del movimiento prodemocracia de Myanmar, Aung San Suu Kyi, comenzó el domingo su primer día de libertad con planes de reunirse con miembros de su disuelto partido político después de que la junta militar del país la liberara tras siete años de arresto domiciliario.
La ganadora del premio Nobel de la Paz pasó la noche en la casa de campo de su familia después de saludar a más de 1.000 partidarios desde las puertas de su residencia, esforzándose por hacerse oír entre los vítores de la multitud.
Suu Kyi, cuyo arresto expiró el sábado, podría brindar a Myanmar una poderosa voz defensora de la democracia, días después de unas elecciones ampliamente criticadas y recuperar el debate sobre las sanciones occidentales al país de 50 millones de habitantes, que se encuentra estratégicamente entre China e India.
La activista de 65 años, hija del asesinado héroe de la independencia, el general Aung San, se reunió a comer con miembros del partido Liga Nacional para la Democracia (LND), que consiguió una victoria arrolladora en las elecciones de 1990, que fueron ignoradas por la junta.
La LND, la fuerza democrática más poderosa de Myanmar, fue disuelta por la junta en septiembre por no haberse registrado para unas elecciones que la formación había calificado de injustas.
El partido fue declarado una "asociación ilícita" y no tendrá un papel oficial en el nuevo sistema político de la antigua Birmania.
No quedó claro si los movimientos de Suu Kyi estarán limitados, aunque su abogado indicó días atrás que ella no aceptaría condiciones a su liberación.
Los analistas dicen que Suu Kyi aún es vista como una amenaza por el Ejército debido a su enorme popularidad.
Su liberación podría empañar la formación de un nuevo gobierno y sus partidarios están preocupados por que pudiera volver a ser arrestada si provoca a los militares, que han estado en el poder desde hace cinco décadas.
Los líderes mundiales alabaron su liberación, expresaron alivio y llamaron a la junta militar a excarcelar a más de sus presos políticos, estimados en 2.100.
"Estados Unidos celebra su liberación, que debió realizarse hace mucho", dijo el presidente estadounidense, Barack Obama, en un comunicado. El primer ministro británico, David Cameron, también declaró que la activista debió haber sido liberada mucho antes.