En una sesión especial y agónica, el Senado de EEUU aprobó finalmente el presupuesto de 1,01 billones de dólares que financiará al Gobierno Federal hasta octubre de 2015, y evitó así un cierre de la Administración como el de 2013.
El proyecto de ley presupuestario, aprobado este jueves in extremis por la Cámara de Representantes, sólo requiere para entrar en vigor la firma del presidente estadounidense, Barack Obama. Obama ya ha declarado su intención de refrendar el texto si éste llegaba a su escritorio respaldado por ambas cámaras del Congreso.
El presupuesto se aprobó en la Cámara Alta con 56 votos a favor y 40 en contra, tras días de alto voltaje político en Washington. Como si se tratarse de una película de suspense, el Senado no terminaba de dar luz verde al presupuesto aprobado por la Cámara de Representantes, controlada por la oposición republicana.
Por primera vez este año, los senadores tuvieron que acudir un sábado al Capitolio, sede del Congreso en el centro de Washington, con el objetivo de sacar adelante el proyecto de ley presupuestario, tras cancelar sus planes de fin de semana.
Al comienzo de la sesión a mediodía, el líder de la mayoría demócrata de la Cámara Alta, Harry Reid, envió este aviso a los senadores: "Recuerdo a todo el mundo que, a las doce de esta noche, el Gobierno de EEUU se queda sin dinero".
Sin embargo, la Cámara Alta sólo refrendó la prórroga del presupuesto actual, después de que la Cámara de Representantes la aprobara este viernes para eludir una parálisis de la Administración como la de octubre de 2013.
La Cámara Baja ya respaldó este jueves el presupuesto de 1,01 billones de dólares, aunque el Senado, lastrado por luchas partidistas, se resistía a dar su visto bueno.
El presupuesto actual vencía en la medianoche del jueves, pero justo dos horas antes la Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley tras una jornada vertiginosa de negociaciones.
Con ese voto y la aprobación del Congreso de una "resolución de continuidad" para extender los fondos actuales dos días más, los legisladores evitaron un nuevo cierre parcial de la Administración y dieron 48 horas al Senado para debatir y votar.
Ese plazo expiraba en la medianoche del sábado, de ahí que el Senado, incapaz aún de alcanzar un consenso, tuviera que ratificar hoy la nueva extensión de los fondos actuales hasta el miércoles para ganar tiempo. Todo apuntaba, pues, a que la votación final se celebraría el lunes, tras decidirse el domingo el procedimiento a seguir.
"Creo que todo el mundo está frustrado", afirmó el senador demócrata Carl Levin, al expresar la impotencia de otros legisladores. Sin embargo, un giro inesperado de los acontecimientos encarriló la situación, estancada por la intransigencia de un pequeño grupo de senadores republicanos liderados por Ted Cruz (Texas).
Esos legisladores intentaron, ya desde el viernes, ralentizar el debate presupuestario con sus discrepancias sobre la política de inmigración de Obama, lo que enfureció al resto de senadores, especialmente a los de su partido, opuestos a una mayor demora.
De hecho, numerosos republicanos votaron contra una objeción planteada por Cruz sobre inmigración, con el argumento de que retrasar la aprobación del presupuesto perjudicaría al partido y beneficiaría a los demócratas, que, con el control del Senado, aprovecharían para aprobar las nominaciones de Obama para cargos de la Administración antes de perder la mayoría el próximo enero.
Ese mes, los republicanos dominarán las dos cámara del Congreso tras ganar las elecciones legislativas del pasado 4 de noviembre. Con 219 votos a favor y 203 en contra, el presupuesto se aprobó el jueves en la Cámara Baja pese a la oposición al texto de legisladores del ala izquierdista del Partido Demócrata, liderada por la senadora Elisabeth Warren.
La Casa Blanca se implicó a fondo para asegurar los votos necesarios para salvar el presupuesto, con llamadas telefónicas de Obama a los congresistas demócratas rebeldes.
El propio Obama rechaza varios puntos del presupuesto, como la eliminación de restricciones a la financiación de campañas electorales y las enmiendas a la ley Dodd-Frank, que fija regulaciones más estrictas para Wall Street tras la crisis de 2008.
El tira y afloja del Senado radicaba en que mientras los senadores demócratas compartían las discrepancias de Obama, algunos republicanos entendían que la ley presupuestaria no frenaba la reforma migratoria ordenada por el presidente el pasado mes, que pretende regularizar a más de cinco millones de indocumentados.
Los republicanos no cedían pese a que el proyecto de ley financia todas las agencias del Gobierno hasta finales de septiembre de 2015, cuando acaba el año fiscal, excepto al Departamento de Seguridad Nacional (con competencia en inmigración), al que sólo cubre hasta el 27 de febrero, hecho que anticipa otra batalla el próximo año.
El cierre administrativo en EEUU provoca que el Gobierno suspenda la prestación de todos los servicios públicos, a excepción de los considerados "esenciales", como la atención hospitalaria en centros federales o el control del tráfico aéreo.
Desde 1976, el país ha sufrido un cierre de la Administración en dieciocho ocasiones, en situaciones en las que la Presidencia del Gobierno y una o dos de las cámaras legislativas están dominadas por diferentes partidos que no consiguen acordar los presupuestos.