Rusia renunció definitivamente al tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) suscrito en 1990 al suspender su participación en la comisión conjunta de consultas sobre dicho documento internacional.
"De esta forma, la decisión de Rusia de suspender en 2007 la vigencia del FACE es completa", asegura Antón Manzur, jefe de la delegación rusa para control de armamento en las negociaciones que tienen lugar en Viena, en un comunicado de la Cancillería rusa.
El diplomático ruso explicó que durante muchos años Moscú "hizo todo lo posible para garantizar la vigencia" del régimen de control sobre el armamento convencional, e incluso propuso entablar negociaciones para adaptar el tratado a los nuevos tiempos.
"Lamentablemente, la OTAN prefirió eludir el FACE por medio de la ampliación de la Alianza, al tiempo que con excusas inventadas obstruyó la entrada en vigor de un acuerdo sobre su adaptación", dijo. Con todo, matiza que esto no significa que Rusia renuncie completamente al diálogo sobre el control del armamento convencional en el continente europeo.
El presidente ruso, Vladímir Putin, renegó en julio de 2007 del tratado FACE, uno de los más importantes acuerdos de desarme de la Guerra Fría, aduciendo "las extraordinarias circunstancias que afectan a la seguridad de la Federación Rusa y que exigen la adopción de unas medidas inaplazables".
El motivo que adujo el Kremlin fueron los planes estadounidenses de desplegar elementos de su escudo antimisiles en Europa Oriental, que Rusia considera una "amenaza directa" para su seguridad.
Washington renunció a ese plan inicial, pero seguidamente puso en marcha otro programa, que incluye el emplazamiento de misiles interceptores y otras instalaciones militares en Polonia, Rumanía y Bulgaria. A esto se suma ahora la reciente decisión de la OTAN de incrementar su presencia militar en Europa del Este tras la anexión de Crimea por Rusia y el estallido del conflicto en el este de Ucrania.
Estados Unidos había instado en numerosas ocasiones a Rusia que regresara al tratado, considerada en Occidente la piedra angular de la seguridad europea. El tratado FACE o CFE, que fue firmado por el líder soviético, Mijaíl Gorbachov, y el presidente de EEUU, George Bush, entró en vigor el 9 de noviembre de 1992 y es considerado el documento de desarme que alejó el fantasma de la guerra del continente europeo.
Considerado ahora anacrónico por muchos políticos y militares rusos, limita la presencia de fuerzas armadas y armamento convencional -tanques, blindados, artillería pesada y aviación de combate- en el continente, incluida la Rusia europea.
Entre los topes que impone el tratado en su versión inicial, figuran los límites de 20.000 tanques para cada una de las alianzas en territorio europeo, 20.000 sistemas de artillería y 30.000 transportes militares blindados. Esto obligó al Pacto de Varsovia a importantes reducciones de material militar entre las costas atlánticas y la cordillera de los Urales.