El mártir salvadoreño monseñor Óscar Arnulfo Romero fue beatificado en la capital de El Salvador ante cientos de miles de devotos y presidentes de varios países reunidos en la plaza Salvador del Mundo.
La beatificación se concretó cuando la reliquia de Romero, la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa "la victoria de los mártires", fue incensada por el cardenal Angelo Amato, el enviado especial del papa Francisco.
Los asistentes no pudieron contener la emoción y las lágrimas, aplausos y gritos inundaron la plaza, a la que esta madrugada comenzaron a llegar los cientos de miles de devotos de San Romero de América, como le llaman los salvadoreños desde hace muchos años.
Incensada la reliquia de monseñor Romero, también conocido como la "voz de los sin voz", continuó la homilía en la plaza salvadoreña, donde los aplausos interrumpían las intervenciones de Amato, del postulador de la causa de beatificación del mártir, Vicenzo Paglia, y del arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas.
La reliquia del arzobispo mártir de San Salvador, asesinado el 24 de marzo de 1980 por escuadrones de la muerte, fue llevada hasta la plaza de El Salvador del Mundo en una urna de cristal.
Los vítores dedicados a monseñor Romero y las pancartas con fragmentos de sus homilías, muy críticas con los poderes de aquella época en El Salvador, se pudieron ver a lo largo de la multitudinaria celebración.
Allí estaban presentes fieles hondureños, costarricenses, mexicanos, estadounidenses, argentinos, chilenos, panameños, guatemaltecos y nicaragüenses, entre otros.
En la beatificación estuvieron presentes los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Honduras, Juan Orlando Hernández; de Panamá, Juan Carlos Varela; y el anfitrión, Salvador Sánchez Cerén.
Además de los vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; Costa Rica, Helios Fallas; el viceprimer ministro de Belice, Gaspar Vega, así como delegaciones de México, Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos, Italia y Nicaragua.