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Pakistán enterró hoy a sus soldados caídos y advirtió que pretende revisar su relación con EEUU a causa del ataque aéreo perpetrado el sábado por unidades de la OTAN en la frontera con Afganistán, y en el que murieron 26 miembros de las Fuerzas Armadas paquistaníes.

Según un comunicado del ministerio de Exteriores, la titular de la citada cartera, Hina Rabbani Khar, telefoneó este domingo a su colega estadounidense, Hillary Clinton, para trasladarle la "cólera" paquistaní y tachar el ataque de "desprecio total por el derecho internacional y las vidas humanas".

En este sentido, la nota subraya que Khar transmitió también a la jefa de la diplomacia norteamericana que Islamabad piensa ahora revisar su relación con Washington.

El incidente, el más grave ocurrido entre ambos aliados, ocurrió la madrugada del viernes cuando helicópteros de la OTAN, al parecer desplegados en territorio afgano penetraron en el espacio aéreo paquistaní y atacaron dos puestos de control en la región tribal de Mohmand.

En la acción bélica perdieron la vida 26 soldados paquistaníes, entre ellos un mayor y un capitán, y otros 13 sufrieron heridas, según datos proporcionados a Efe por una fuente militar sobre el terreno.

"Los helicópteros llegaron del lado afgano durante la medianoche y dispararon contra nuestros puestos de control de forma continuada durante dos horas y media", sostuvo la fuente, que pidió no ser identificada.

"No sabemos si fue a propósito, solo que llegaron por la noche y dispararon" amplió el oficial, quien insistió en que los soldados paquistaníes no respondieron al fuego aliado.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, intentó este domingo aventar cualquier sospecha al subrayar que el ataque no fue intencionado, aunque no quiso desaprovechar la oportunidad para enviar un mensaje a Islamabad.

"La muerte de soldados paquistaníes es tan inaceptable y deplorable como la de soldados afganos e internacionales", espetó en una nota oficial.

Con esta frase, el responsable parecía aludir, de forma velada, al supuesto apoyo de Pakistán a redes yihadistas y grupos de radicales islámicos talibanes que atacan a las fuerzas extranjeras desplegadas en Afganistán.

Estados Unidos, cuyas tropas dirigen el grueso de las operaciones militares en el arco suroriental afgano, se ha mostrado, por su parte, más conciliador y ha ofrecido su ayuda para esclarecer lo sucedido.

Fuerzas de elite norteamericanas efectúan frecuentes redadas nocturnas contra células talibanes en el lado afgano de la porosa frontera de 2.600 kilómetros, por la cual circulan miles de personas cada día.

Pakistán anunció anoche, tras una reunión al más alto nivel, su decisión de bloquear la ruta de suministros para las tropas internacionales.

Además, exigió al Pentágono que desaloje en dos semanas la base aérea de Shamsi, en el suroeste paquistaní, que la parecer es usada por los norteamericanos para que reposten sus aviones espía no tripulados.

Islamabad ha agotado así sus dos principales herramientas de presión diplomática frente a la Casa Blanca, que ni siquiera se atrevió a accionar tras el asesinato el pasado mayo del líder de la red terrorista internacional Al Qaeda, Osama Bin Laden, en el norte paquistaní a manos de unidades de elite estadounidenses.

"Ayer a la una de la tarde se cerró el paso de Torkham a la OTAN a causa del ataque. Los convoyes siguen volviendo a (la ciudad de) Peshawar", detalló a Efe un funcionario de la región tribal de Khyber, donde se halla el principal paso terrestre hacia Afganistán.

Una fuente policial del poblado de Chamán, donde se halla la otra ruta principal que conecta los dos países, confirmó también por teléfono que la frontera sigue sellada para impedir el aprovisionamiento de los soldados extranjeros en suelo afgano.

En 2010, tras otra incursión de la OTAN que segó la vida de dos soldados paquistaníes, Pakistán ya cerró esta frontera durante nueve días.

Fuentes de seguridad occidentales consultadas por Efe creen que en esta ocasión el corte de suministros tampoco se alargará demasiado.

Por el afamado paso de Khyber, la principal arteria que une Pakistán con Afganistán, circulan algo menos de la mitad de los camiones para los efectivos internacionales que viajan desde el puerto sureño paquistaní de Karachi.

Pakistán dice tener 820 puestos de seguridad a lo largo de la frontera, por la cual circulan anualmente unos 55.000 camiones, según datos oficiales.

El ataque ha agudizado aún más la crisis diplomática entre EEUU y Pakistán, aliados desde los tiempos del primer mandato del presidente estadounidense George W. Bush, pero que hoy en día exhiben intereses estratégicos divergentes.