El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció hoy el envío de un convoy humanitario al este de Ucrania, pese a los recelos de Estados Unidos y la Unión Europea, que temen que se trate de un pretexto para una intervención armada.
En una conversación telefónica, Putin comunicó al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que "la parte rusa envía a Ucrania un convoy humanitario, en cooperación con representantes de la Cruz Roja Internacional".
Putin justificó su decisión por "las catastróficas consecuencias de la operación militar de las autoridades de Kiev en las regiones del sureste de Ucrania y la necesidad de un suministro urgente de ayuda humanitaria en la zona de conflicto".
Barroso le respondió con una clara advertencia contra "toda acción militar unilateral" bajo cualquier pretexto, incluido el humanitario, y expresó su "preocupación por la concentración de tropas rusas cerca de la frontera ucraniana, lo que es contrario a los esfuerzos por rebajar la tensión".
Seguidamente, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, respaldó una misión humanitaria en el este de Ucrania bajo la égida del Comité Internacional de la Cruz Roja, pero con participación no sólo de Rusia, sino también de la Unión Europea y otros países.
"Barack Obama confirmó la intención de Estados Unidos de tomar parte activa en la misión humanitaria internacional" durante la conversación telefónica mantenida con el dirigente de Ucrania, Petró Poroshenko, informó la Presidencia ucraniana.
Poroshenko propone una misión internacional sin la presencia de un contingente militar y en la que los convoyes humanitarios entrarían en territorio ucraniano a través de las secciones de la frontera controladas por Kiev, tras lo que serían escoltadas exclusivamente por fuerzas gubernamentales.
"Nuestra postura es firme. Cualquier incursión, incluso si se llama humanitaria, es una invasión y esa es una línea roja que ningún Estado puede cruzar", aseguró Poroshenko en una conversación telefónica con la canciller alemana, Angela Merkel.
La ayuda humanitaria rusa tendría como destino la ciudad rebelde Lugansk, cercada desde hace semanas por las fuerzas gubernamentales y donde no hay ni agua, ni luz, ni gas y se produce una alarmante escasez de alimentos.
Al respecto, Barroso afirmó que Bruselas está dispuesta a ofrecer a Ucrania 2,5 millones de euros en ayuda humanitaria y abogó por crear un mecanismo para coordinar esa asistencia y para organizar el traslado de los refugiados.
Poco antes, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, anunció que Moscú ya había consensuado con las autoridades ucranianas la puesta en marcha de dicha misión.
"Espero que esta acción humanitaria se haga realidad muy pronto, bajo los auspicios del Comité Internacional de la Cruz Roja. Hemos consensuado todos los detalles con las autoridades de Ucrania. Espero que nuestros socios occidentales no nos pongan trabas", subrayó.
Con todo, la Cancillería ucraniana recordó hoy a Moscú que no espera "ningún convoy humanitario" y que es Ucrania la que debe decidir cuándo y por dónde ha de cruzar la frontera la ayuda humanitaria de la Cruz Roja y cómo hacerla llegar a sus destinatarios.
"Usar tal terminología militar como convoy no se corresponde con la lógica de la concesión de ayuda humanitaria. La ayuda humanitaria no debe encontrarse en el marco de la política", dijo el ministro ucraniano de Exteriores, Pável Klimkin, quien afirmó que está en "permanente contacto" con la Cruz Roja.
Estados Unidos y la OTAN habían advertido en los últimos días a Rusia contra una intervención humanitaria en el país vecino tras la nueva concentración de tropas en la frontera, extremo que Moscú niega rotundamente.
Según informó hoy Andréi Lisenko, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa ucraniano, Rusia ha movilizado en la frontera cerca de 45.000 soldados, además de 160 tanques, unas 150 lanzaderas de misiles Grad y casi 200 aviones, entre otro armamento pesado.
Tampoco contribuyeron a calmar los ánimos las acusaciones de Lavrov de que el objetivo de la operación militar en el este de Ucrania es la expulsión de los rusos étnicos que viven desde hace siglos en esa zona.
"Parece que el objetivo de la operación antiterrorista es borrar del mapa el este (de Ucrania) para que los rusos se marchen de allí y luego seguramente repoblar la zona con aquellos que tengan otro punto de vista sobre la historia, la cultura, la amistad y las relaciones centenarias que unen nuestros pueblos", denunció.
Mientras, Kiev pidió hoy a la población que abandone Donetsk y Lugansk, aunque negó que se proponga recurrir a la artillería pesada para martillear las principales plazas fuertes de los rebeldes.
"Nosotros no hacemos como los militares rusos en el Cáucaso: no bombardeamos las ciudades hasta sus cimientos para poder entrar y poner la banderita", recalcó Lisenko.