Niños soldado de las FARC destacan que "no es la hora de coger un arma, sino un cuaderno"

Jóvenes que fueron niños soldado y que se desvincularon de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) destacaron este jueves que "no es la hora de coger un arma", sino que "es la hora de coger un cuaderno y un lápiz para estudiar y prepararnos para ser el futuro del país". Con motivo del Día Internacional contra la Utilización de Niños Soldado, que se celebra este jueves, la Embajada de Colombia en Madrid acogió un acto sobre la reinserción de menores desvinculados del conflicto armado en Colombia, donde se proyectó el documental 'Alto el fuego', que narra la historia de Catalina y Manuel (nombres ficticios), que se desvincularon de las FARC.

El documental narra la historia de estos jóvenes, que ahora tienen 19 años y que, tras renunciar a la lucha armada, ingresaron en la Casa de Protección Especializada de los Salesianos de Ciudad Don Bosco en Medellín. La coordinadora del proyecto, Olga García, asegura que "son jóvenes que vienen con estrés postraumático y pobres total de cariño" y relata que "las chicas son un objeto sexual para la guerra" y la mayoría "han perdido a sus hijos porque han sido obligadas a abortar".

Catalina, que sueña con ser enfermera en un futuro, declaró que se unió a la guerrilla como consecuencia de los conflictos intrafamiliares que vivía en casa, ya que "mi padrastro llegaba borracho a casa y me pegaba" y un día "quiso abusar de mi". Por su parte, Manuel, cuyo hermano también combatía, señaló que se apuntó "por curiosidad", pero confesó que en el momento en el que la propia milicia mató su hermano fue cuando decidió salirse "porque ya no me quedaba nada que hacer ahí".

El coordinador general de los Programas de Protección de la Infancia de Ciudad Don Bosco, James Areiza, explicó que más de 2.300 menores han sido reinsertados gracias a un trabajo integral que consta de tres partes: "La pedagogía de la confianza, que tiene que ver con el proceso de identificación, acogida y diagnóstico; la pedagogía de la esperanza', donde se reconstruyen historias familiares y se restauran vínculos afectivos, y la pedagogía de la alianza, que trata sobre la preparación de la autonomía personas y social del menor".

Ambos excombatientes destacaron en sus discursos el valor del perdón, necesario para "cicatrizar heridas". En este sentido, argumentaron que "nunca es tarde" para perdonar y admitieron que ellos mismos perdonaron a "aquellas personas que nos hicieron daño, de la misma manera que la población nos ha perdonado a nosotros", puesto que "todo el mundo tiene derecho a equivocarse".