El 10 de mayo de 1994 Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica. Conmenzaba así la fase decisiva de su gran proyecto político: la reconstrucción de un país multirracial en la que tenían que colaborar blancos y negros en pie de igualdad. Sin rencores, sin revanchas..., Mandela sentó las bases gracias a su enorme carisma, propio de un líder mundial. Pero, con su desaparición, buena parte de esa tarea podría estar ahora en cuestión.