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Bélgica rindió su último homenaje a la reina Fabiola en un funeral nacional en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula, al que asistieron los reyes Juan Carlos y Sofía y en el que una emotiva salve rociera recordó los orígenes españoles de la viuda del rey Balduino.

La nota cálida del funeral la puso el coro de Vilvoorde que interpretó la Salve Rociera, en la que participó tocando las castañuelas la marquesa Blanca de Ahumada, prima de Fabiola, y una aparición que se hizo por expresa decisión de la fallecida reina y que sorprendió a los asistentes a los funerales.

Los reyes Felipe y Matilde de Bélgica y el resto de la familia real belga, incluidos la pequeña princesa heredera Elisabeth y su hermano Gabriel, que entraron a la catedral agarrados de la mano, acompañaron el cortejo fúnebre de Fabiola de Mora y Aragón que partió a primera hora de la mañana desde el Palacio Real rodeado por 130 efectivos del regimiento de caballería de la escolta real.

El féretro blanco de la viuda del rey Balduino fue portado hasta el interior de la catedral de Bruselas, engalanada con flores también blancas, por un batallón del cuerpo nacional de carabineros del rey Balduino cubierto por una pequeña bandera de Bélgica mientras sonaba la Brabançonne, el himno nacional, y fue depositado directamente en el suelo frente al altar.

"El color blanco simboliza no solo el fin de la vida sino también la resurrección", dijo el portavoz de los obispos de Bélgica, Tommy Scholtès, quien en declaraciones a la televisión RTL recordó que Fabiola era una persona profundamente religiosa. Esa cadena de televisión, al igual que las otras televisiones públicas belgas y otras holandesas, retransmitieron la ceremonia en directo.

Una vez dentro de la catedral sonó el Magnificat, de Juan Sebastian Bach, la misma pieza con la que se cerró el acto religioso por el que Fabiola y Balduino contrajeron matrimonio el 15 de diciembre de diciembre de 1960.

En la catedral esperaban numerosas personalidades de la vida política belga y europea, como el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, y los ministros de Interior, Jan Jambon, y de Defensa, Steven Vandeput. Ambos se encargaron de los preparativos del funeral que se celebró respetando la petición expresa de "sencillez y discreción" que la reina Fabiola dejó por escrito.

DON JUAN CARLOS Y DOÑA SOFÍA REPRESENTARONA A LA CASA REAL ESPAÑOLA

Los reyes Juan Carlos y Sofía representaron a España en el funeral "corpore insepulto", al que también asistieron los Grandes Duques de Luxemburgo, la emperatriz Michiko de Japón, los reyes de Noruega, Dinamarca y Holanda, así como representantes de las casas reales de Suecia, Lichtenchtein, la princesa de Tailandia, Maha Chakri Sirindhorn, y el príncipe Moulay Rachid de Marruecos.

Durante la ceremonia destacó la emotividad que mostró la reina Matilde de Bélgica, que lloró durante toda la misa la pérdida de Fabiola, a la que estaba muy unida y que fue quien la ayudó a entender las costumbres de la corte belga cuando se casó con Felipe.

La misa se celebró en flamenco, francés, alemán, inglés y español y estuvo oficiada por el cardenal Godfried Daneels, rodeado de los obispos de Bélgica, quien destacó la personalidad de la soberana al asegurar que "nuestro pueblo se convirtió en su pueblo" y recordó que aunque Fabiola no tuvo hijos sí acogió a muchas personas.

Blanca de Ahumada, prima de Fabiola, leyó en español durante la misa e hizo referencia a la "valentía y serenidad" con la que la reina había llevado su enfermedad, que la mantuvo con respiración asistida desde el verano.

1.300 ASISTENTES

La música estuvo muy presente en la ceremonia, siguiendo la última voluntad de Fabiola, con piezas clásicas de Bach, Mozart y Schubert, pero también con interpretaciones como la versión de Jacques Brel de Hombre de la Mancha y Hoope doet leven (la esperanza debe vivir) del belga Will Tura, que también participó en el funeral del rey Balduino en 1993.

Muy querida en Bélgica, de Fabiola se dice que era una persona espontánea, cercana, sencilla y muy trabajadora. Su peluquero desde los años sesenta, Willy Massaer, recordó en la RTL que Fabiola era una persona "poco amiga de los cambios", como mostraba el hecho de que mantuviese el mismo peinado durante más de medio siglo, además de "una dama siempre ocupada y preocupada por los demás".

Tras la misa en la catedral, los restos mortales de Fabiola fueron trasladados a la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, donde se celebró una segunda misa fúnebre, antes de su traslado definitivo a la cripta real del Palacio de Laeken.

Los funerales por Fabiola contaron con la participación de 1.300 personas, entre ellas 400 ciudadanos invitados a través del Ministerio del Interior. La reina Fabiola falleció el pasado viernes a los 86 años en el Palacio de Stuyvenberg, a las afueras de Bruselas, donde había vivido en los últimos años.