El candidato socialista a la Presidencia francesa, François Hollande, lanzó hoy su campaña con un gran mitin que reunió a más de 10.000 personas y en el que atacó con dureza al mundo de las finanzas, al que consideró el principal problema del país.
"Mi adversario de verdad no tiene nombre, ni rostro, ni partido, ni será candidato. Pero es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas", clamó Hollande ante un público entregado en Le Bourget, al norte de París, y arropado por la plana mayor de su partido.
Deseoso de distanciarse del actual presidente francés, Nicolas Sarkozy, que previsiblemente será su rival para las Presidenciales de dentro de cuatro meses, el candidato socialista propuso una receta nueva para afrontar la crisis en la que, dijo, serán los más ricos quienes más paguen.
En un ambiente festivo, animado por el extenista y cantante Yannick Noah, la persona más popular de Francia según los sondeos, Hollande desgranó pocas propuestas concretas pero prometió un cambio de timón de la política y de la forma de presidir el país, que consideró ahora demasiado personalista y dirigida a los más favorecidos.
Sin nombrarlo, Hollande atacó el balance de Sarkozy, cuyo mandato, dijo, "es el de la degradación", que deja "cifras récord de déficit y de paro", que ha subido los impuestos y que multiplica los recortes sin importarle que eso estrangule el crecimiento.
Por eso, aseguró, si es elegido el próximo 6 de mayo, viajará inmediatamente a Berlín para proponer a la canciller alemana, Angela Merkel, un cambio de orientación de la política europea hacia el crecimiento y no exclusivamente dirigida al rigor.
Abogó por una intervención del Banco Central Europeo para evitar las derivas especulativas y por mutualizar parte de la deuda europea para favorecer la creación de riqueza, todo ello, dentro de una renegociación del tratado europeo acordada el pasado 9 de diciembre en el Consejo Europeo celebrado en Bruselas.
A los bancos, a quienes acusó de "morder la mano que les salvó", les impondrá una ley que les obligue a separar sus actividades crediticias de las especulativas, que les impida trabajar en paraísos fiscales y que regule la remuneración de sus dirigentes.
Propondrá una tasa sobre las transacciones financieras, una contribución ecológica en las fronteras europeas y la creación de una agencia pública de calificación que acabe con el dominio de las tres actuales.
Hollande no olvidó la lucha contra el déficit público, que afrontará con el control de los gastos y con un incremento de los impuestos a los más ricos, a quienes el actual Gobierno, dijo, ha dado "un regalo fiscal" de 30.000 millones de euros.
Así, al final de su mandato se comprometió a tener equilibrio en las finanzas públicas.
Pero los recortes, aseguró el candidato, "se harán con justicia", frente al actual presidente que ha "multiplicado los privilegios" mientras ocho millones de franceses viven por debajo de los niveles de pobreza.
Para dar ejemplo, Hollande se comprometió a reducir un 30 por ciento el sueldo del presidente de la República.
También prometió restaurar la jubilación a los 60 años, crear un banco para favorecer la instalación de industrias y subir el impuesto de la renta a quienes más ingresen.
El candidato socialista alertó contra "los extremismos", tanto de izquierda como de derecha, que pueden provocar que, como sucedió en 2002, el candidato de uno de los dos grandes partidos no supere la primera vuelta.
En el terreno social, Hollande se comprometió a inscribir el laicismo en la Constitución, legalizar los matrimonios homosexuales y dar derecho de voto a los extranjeros en los comicios locales.
Pero su principal mensaje se dirigió "a los jóvenes", comenzando por la educación, donde se comprometió a reducir a la mitad el número de fracasos escolares, que cifró en 150.000 en la actualidad.
Hollande, que consideró que la juventud actual vive peor que la pasada, se comprometió a cambiar la tendencia y pidió que le rindan cuentas sobre ese asunto.
Con este gran mitin, el primero de su campaña, el candidato socialista cuenta con dar una imagen de unidad del partido y relanzar su imagen, algo dañada en las últimas semanas.
Hollande se mantiene en cabeza de los sondeos, con 30 % de intención de voto en la primera vuelta, frente al 23 % de Sarkozy que todavía no ha proclamado oficialmente su candidatura.