Los negociadores de Estados Unidos y Corea del Sur han alcanzado un acuerdo para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la finalidad de aumentar las exportaciones estadounidenses en el país asiático.
El acuerdo fue primeramente negociado por el anterior presidente estadounidense, George W. Bush, pero la administración Obama ha conseguido algunas concesiones consideradas "importantes" por los negociadores del país americano.
Estas concesiones incluyen una reducción de las tarifas estadounidenses en vehículos surcoreanos importados y una provisión bajo la cual Corea del Sur eximirá hasta 25.000 coches estadounidenses de sus estrictos estándares de seguridad con la condición de que superen regulaciones similares en Estados Unidos.
Asimismo, Estados Unidos ha paralizado por el momento su petición de acceso sin restricciones al mercado de carne surcoreano y la prohibición del país asiático de importar carne estadounidense de elevada edad. Relacionado con el último brote de enfermedad de las vacas locas, las restricciones sobre productos cárnicos tienen una carga emocional en Corea del Sur, pero las limitaciones son de importancia para la industria estadounidense, que lucha por recuperar un mercado que ha perdido en los últimos años frente a los productores australianos.
Los cambios, junto con la eliminación de la rigidez de los aranceles de Corea del Sur sobre los productos agrícolas de Estados Unidos y la perspectiva de una mayor apertura del mercado financiero estadounidense de ingeniería y otras empresas de servicio, fueron suficientes para que Obama decidiese tratar de ganar la aprobación del Congreso sobre el acuerdo el próximo año, según ha informado 'The Washington Post'.
Este pacto es la primera gran incursión de la actual administración en las políticas de mercado, y fuentes oficiales han señalado que podría ir seguida de esfuerzos para que el Congreso apruebe acuerdos pendientes con Panamá y Colombia, así como para impulsar la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En el caso surcoreano, la administración Obama asegura que el acuerdo aportará 7.500 millones de euros anualmente a las exportaciones estadounidenses y creará miles de puestos de trabajo. Corea del Sur es el séptimo socio mercantil de mayor importancia, y un TLC entre ambos supondría el mayor tratado comercial desde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado en 1994.
Como candidato, Obama se mostró muy crítico con los TLC existentes, incluyendo el pacto pendiente con Corea del Sur, y dijo que como presidente se aseguraría de que los futuros acuerdos hicieran más por los trabajadores estadounidenses y que incluyeran mayores protecciones laborales y medioambientales, entre otras.
La reciente crisis financiera y la crisis mundial avivaron las dudas acerca de estos acuerdos y su valor en particular para Estados Unidos, pero también instaron a Obama a volver a fijarse en el comercio como una manera para generar puestos de trabajo. La actual administración se ha puesto como objetivo duplicar las exportaciones en los siguientes años, y organizaciones como la Cámara han presionado en particular hacia unos compromisos más fuertes con Asia.
Los presidentes de ambos países han deseado que las discusiones sobre el TLC finalicen durante el encuentro que mantendrán en noviembre en Seúl y valoraron la importancia del mismo como modo de estrechar los lazos entre ellos.